Al menos 2.462 personas murieron en noviembre por la violencia en Siria, un descenso notable respecto a octubre, cuando se registraron 3.369 fallecidos, la mayor cifra de bajas de 2017. Las cifras son del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, que detalló que, al menos, 885 civiles, entre ellos 194 menores y 111 mujeres, perdieron la vida el mes pasado en el territorio sirio.

Del parte de muertes civiles, 393 se produjeron por los bombardeos de aviones sirios y rusos, 101 por los disparos de la artillería gubernamental, seis por torturas en cárceles del Gobierno, 66 por el impacto de cohetes lanzados por las facciones, nueve por tiros de la guardia fronteriza turca y 57 por los ataques de la coalición internacional. También hay dos que fueron asesinados por el grupo terrorista Estado Islámico, tres a manos de las Fuerzas de Siria Democrática -una alianza liderada por milicias kurdas- y seis por grupos armados rebeldes e islamistas. A estos, se añaden 112 civiles que fallecieron por el estallido de coches bomba y explosivos, 54 por explosiones de minas, 26 por los proyectiles de la milicia iraquí Multitud Popular, cuatro por la falta de comida y medicinas y 46 por circunstancias desconocidas.

El descenso en el número de víctimas se produce en un momento de estancamiento de las negociaciones de paz en Suiza. Por el momento, el Gobierno sirio no sabe aún si volverá la próxima semana a Ginebra para participar en las reuniones con la oposición porque entiende que la insistencia de ésta en la salida del poder del presidente del país, Bachar al Asad, impide los avances en las conversaciones.

"Mientras la contraparte se atiene a su declaración de Riad, no habrá ningún avance" en las negociaciones, señaló el embajador sirio ante la ONU en Nueva York y jefe negociador de Damasco en Ginebra, Bashar Yafari,en referencia a la exigencia de la oposición, que se unificó en Arabia Saudí hace una semana, de que Al Asad no podrá formar parte de ninguna transición política en Siria.