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De íntimo a peligroso rival

  • El ex negociador nuclear Ali Larijani, nuevo presidente del Parlamento iraní, ha pasado de estrecho amigo y colaborador de Ahmadineyad a su más peligroso enemigo político

Con su elección como presidente del Parlamento iraní, Ali Larijani se convierte en el principal aspirante a suceder al presidente Mahmud Ahmadineyad.

Lariyani nació en 1958 en la ciudad de Nayaf, en el sur de Iraq, donde su padre, un clérigo, trabajaba como abogado. En Teherán, se graduó en ciencias informáticas y matemática antes de obtener el doctorado en filosofía.

La carrera política de Larijani se inició a mediados de los 80 como ministro de Cultura del presidente Akbar Hashemi Rafsanyani. En 1994, el líder supremo ayatollá Ali Jamenei lo convirtió en director de la televisión estatal IRIB. Una década después, Jamenei lo nombró su asesor en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional.

Opositor al movimiento reformista liderado por el presidente Mohamed Jatamí, Larijani se presentó a las elecciones presidenciales de 2005 pero no logró pasar a la segunda ronda.

Sin embargo, el ganador de las elecciones, Ahmadineyad, lo nombró secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional y negociador en jefe de los asuntos nucleares. A pesar de adoptar una postura dura en las negociaciones con el encargado de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, Larijani intentó evitar que el conflicto nuclear con Occidente se desmandara.

En octubre de 2005 renunció debido a las diferencias con Ahmadineyad sobre cómo negociar el tema nuclear, que mientras tanto había sido objeto de tres resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Irán y aislado internacionalmente al Estado islámico.

Tras su renuncia, Larijani se convirtió en un crítico del presidente. Después de su triunfo arrollador en las elecciones parlamentarias de marzo, se convirtió en líder de un nuevo grupo conservador cuyos miembros apoyaron a Ahmadineyad en el pasado pero se habían distanciado paulatinamente.

Aunque ideológicamente se mueva en la misma longitud de onda que Ahmadineyad, leal al islam y al sistema clerical del país, es considerado un símbolo de una ola política más moderada con la que Occidente al menos podría entablar un diálogo.

Los analistas también estiman que Larijani se convertirá en el principal rival de Ahmadineyad en las próximas elecciones presidenciales, previstas para junio de 2009.

Y el caso es que en el verano de 2005 aún eran inseparables. Como secretario del Consejo de Seguridad Nacional iraní, Ali Larijani no sólo se iba a convertir en la mano derecha del nuevo presidente Mahmud Ahmadineyad, sino que además, como negociador atómico, iba a ocuparse de los aspectos diplomáticos del controvertido programa nuclear. Para los conservadores, ambos eran una pareja perfecta en su comunión ideológica.

Pero la pareja se distanció. "Lo que el académico Larijani alcanzaba paso a paso en horas de negociaciones con (el encargado de política exterior de la UE, Javier) Solana, era destruido por Ahmadineyad con un único comentario populista", dijo un diplomático occidental en Teherán. Con comentarios como "las resoluciones de la ONU sólo son un trozo de papel" o sus arengas anti-israelíes y su negación del Holocausto, Ahmadineyad convertía la misión de Larijani en el exterior en un trabajo de Sísifo. En octubre del año pasado, Larijani, de 50 años, finalmente tiró la toalla.

La renuncia de Lariyani, considerado uno de los hombres de confianza del líder espiritual iraní, el ayatollah Ali Jamenei, desató una ola de críticas contra el presidente, tanto en el Parlamento como también en el Gobierno.

"Este hombre es simplemente impredecible", dijo el ex ministro de Economía Dawud Danesh-Yafari sobre su ex jefe. Junto a él, otros seis ministros, el vicepresidente de Planificación y Presupuesto y el jefe del Banco Central abandonaron al presidente. También muchos legisladores han ido abandonando a Ahmadineyad para pasarse a las filas de la oposición.

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