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La diabetes infantil crece más de un 3% anual y se ceba en los menores de 5 años

  • Los avances médicos y el buen cuidado familiar retrasan las complicaciones · Expertos creen que Málaga debería tener más recursos para enseñar a los padres a atender la patología

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Un niño diabético es más que un problema médico; es un problema familiar. Porque obliga a reacomodar los horarios laborales para pinchar la insulina al crío, a dejar un empleo si esa rutina no es compatible con el trabajo, a ir al cole si necesita la dosis en horario escolar, a llevar una dieta estricta que no siempre quieren compartir los demás miembros del hogar... No es una enfermedad fácil y tampoco es banal porque las complicaciones pueden derivar en minusvalías que van desde ceguera y amputaciones hasta trastornos renales. Por fortuna, los avances médicos permiten en la actualidad a estos niños hacer una vida casi normal.

Pero los endocrinólogos lanzan una advertencia: la patología (diabetes tipo 1) crece algo más de un 3% anual entre los niños. Incluso se ceba con los más pequeños, ya que entre los 0 y los 5 años, el aumento es del 6%, el doble. La razón es una incógnita para los especialistas. Para colmo, a este crecimiento se suma la aparición -aún esporádica- en adolescentes de la diabetes del adulto (tipo 2); ese incremento ya se sabe que es derivado de la obesidad.

Pese a estos datos, Juan Pedro López Siguero, endocrinólogo pediátrico del Hospital Carlos Haya, lanza un mensaje alentador: "Los avances en los cuidados pediátricos son efectivos y eso anima porque aunque la enfermedad no se cure, las complicaciones se retrasan mucho". No obstante, el facultativo advierte que la implicación de la familia es indispensable para conseguir ese objetivo. De nada valen los cuidados médicos, si el crío depende de una familia desestructurada que incumple la dieta. "Es una patología que afecta a la familia en profundidad y ahora hay más problemas por los cambios sociales; madres que trabajan, familias monoparentales, familias desestructuradas, niños que van más pronto al colegio, o críos de 11 y 12 años que están solos en casa porque sus padres están trabajando", reflexiona López Siguero.

En el Hospital Materno se tratan unos 350 niños con diabetes, la mayoría de la provincia y algunos del Campo de Gibraltar y Melilla. Por su experiencia, este endocrinólogo sabe que una familia concienciada de la importancia de unos cuidados adecuados es la clave para que en el futuro ese niño sea un adulto que controle bien su enfermedad. Y eso se traduce en menos complicaciones para el paciente y menores costes para el sistema sanitario. De ahí su empeño en que el apoyo a estas familias debe ser mucho más que médico: "Hay que ayudarlas porque es una enfermedad que requiere cuidados permanentes. Es todos los días igual, sin un final, y eso quema". Cree que si se logra que las familias no flaqueen, el niño tendrá su diabetes mejor controlada y de mayor será también capaz de cuidarse.

Por ello, López Siguero aboga por acuerdos entre las delegaciones de Salud y Educación para que se avance en la atención a estos críos en el ámbito educativo. El endocrinólogo sostiene que ante una emergencia, la actuación frente a un niño diabético en el colegio debe ser inmediata, "como con un ahogado en una piscina".

En Andalucía hay 1.800 menores de 14 años con esta enfermedad y cada año se detectan 285 nuevos casos. En comparación con otras patologías quizás no parezcan muchos, pero es una enfermedad que exige unos cuidados constantes para mantener el delicado equilibrio que exige su organismo.

Para que las familias no tiren la toalla, Siguero insiste en que necesitan apoyo médico, educativo, social... porque sobrellevar la patología, dice, "es mucho más que poner al niño la insulina".

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