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La crisis de oriente próximo Las diversas facciones negociaron durante seis días en Doha

Vencedores y vencidos en el Líbano

  • El movimiento chií Hezbolá sale reforzado en el acuerdo para solucionar la crisis del país al conseguir mantener las armas de su milicia y estar en condiciones de vetar cualquier decisión del nuevo Gobierno

El acuerdo alcanzado por los principales líderes libaneses en Qatar, tras seis días de intensas reuniones, ha permitido al Líbano pasar una página dolorosa, aunque muchos coinciden en que todavía es pronto para afirmar que se ha cerrado el capítulo de la reciente crisis.

El acuerdo, que concluyó, al igual que otros anteriores, utilizando la fórmula "sin vencedores ni vencidos", ha sido interpretado como una especie de milagro, ya que ha llegado en un momento en el que el país se encontraba al borde de una nueva guerra civil.

El compromiso alcanzado en Doha, después de numerosas mediaciones infructuosas, aunque prevé "no volver a utilizar las armas, en ninguna circunstancia, para conseguir objetivos políticos", deja en el tintero una de las manzanas de la discordia: las milicias de Hezbolá. Más aún cuando varias resoluciones de la ONU estipulan el desarme de todos los grupos armados en territorio libanés.

El brazo armado de Hezbolá, identificado con la "resistencia" contra Israel, es percibido ahora con temor por muchos libaneses después de los recientes episodios de violencia. Para Hezbolá, "las armas son sagradas". El acuerdo prevé, asimismo, la formación de un Gobierno de unidad nacional en el que las aspiraciones de Hezbolá han quedado satisfechas.

El grupo chií conseguirá un tercio más uno de las carteras que componen el Consejo de Ministros, lo que se traduce en la capacidad de poder vetar cualquier decisión del Ejecutivo.

Intacta su milicia y con el derecho a veto, Hezbolá ha visto reforzada su situación con miras a unas futuras negociaciones para integrar a sus combatientes en el seno del Ejército.

Por su parte, la mayoría, aunque se ha visto obligada a ceder parte de su poder, ha logrado imponer su división de las circunscripciones electorales de Beirut, lo que le podría garantizar el mantenimiento de la mayoría parlamentaria en los próximos comicios.

Asimismo, ha logrado un consenso para elegir presidente, así como que las instituciones vuelvan a ponerse en marcha, aunque no ha logrado acabar con lo que denomina "el Estado dentro del Estado", en referencia a las instituciones, redes y servicios levantados por Hezbolá.

En cuanto a la elección del presidente, el jefe del Ejército Michel Suleiman ocupa desde el domingo la primera magistratura. Sin embargo, los cristianos no han logrado revestir la imagen del presidente con más prerrogativas y su papel continuará siendo el de mediador, al no pertenecer a ninguna corriente política y al poder nombrar sólo a tres ministros en el Gabinete.

La crisis política libanesa, que se remonta a la primavera de 2005, se desbordó la semana pasada y desembocó en unos enfrentamientos entre la mayoría parlamentaria y la oposición, que dejaron al menos 60 muertos.

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