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Estados Unidos afirma que el arsenal nuclear de Pakistán "está seguro"

  • El jefe del Estado Mayor, Michael Mullen, descarta que el armamento pueda caer en manos de los talibanes · Gates asegura que el avance rebelde ha servido para "despertar" al Gobierno de Islamabad

El arsenal nuclear paquistaní "está seguro", dijo ayer el jefe del Estado Mayor estadounidense, el almirante Michael Mullen, quien descartó que pudiera caer en manos de militantes talibanes. "Sigo confiado en que el arsenal nuclear de Pakistán está seguro", señaló durante una rueda de prensa.

Por otro lado, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, dijo el domingo que la ofensiva de la insurgencia talibán en el distrito pakistaní de Buner, a 100 kilómetros de Islamabad, ha servido para "despertar" a las autoridades de ese país. "Tengo la impresión (...) de que ellos han comenzado a retomar la iniciativa. Creo que el fracaso del acuerdo en Swat y después el movimiento (de los talibanes) para adentrarse en Buner realmente ha atraído su atención. Creo que eso les ha despertado", señaló en una entrevista a la cadena CNN.

EEUU ha hablado con Pakistán de su preocupación y ha explicado a las autoridades por qué considera que lo que está ocurriendo es una "amenaza existencial" para su democracia, explicó Gates.

Durante 60 años, Pakistán ha visto a la India como su principal amenaza, ha destinado a la frontera buena parte de sus fuerzas y "siempre han pensado que (los talibanes) eran un problema que podían resolver si se volvía serio", señaló. Gates indicó que EEUU pasó por la misma fase. "El primer ataque de Al Qaeda contra EEUU fue en 1993 y no cambiamos mucho hasta después del 11-S. Al Qaeda estaba en guerra con nosotros durante al menos ocho años hasta que nosotros reconocimos que estábamos en guerra con ellos", explicó.

Por su parte, la ofensiva del Ejército paquistaní contra talibanes en el distrito de Buner va acompañada por la sombra de decenas de bajas civiles, viviendas destrozadas y un éxodo masivo de la región. "Hay destrucción en todas partes. No sabemos exactamente cuántos murieron, pero las pérdidas son realmente inmensas", aseguró Ali Akbar Sher, ex miembro del Parlamento en Buner. "El Ejército no se atreve a ir a las montañas donde se ocultan los milicianos. En cambio, aviones de combates y helicópteros están atacando áreas civiles".

Según Sher, unas 50.000 personas huyeron ya del distrito, de una población total de 600.000 habitantes. Cada vez son más los que optan por trasladarse a los vecinos Swabi y Mardan, donde equipos de ayuda de los islamistas han instalado decenas de campamentos de refugiados.

El Ejército lanzó el martes una ofensiva por tierra y aire a gran escala para expulsar a los talibanes que se infiltraron en el valle de Buner desde el distrito de Swat, violando el acuerdo de paz firmado con el Gobierno en febrero.

La expansión talibán hizo sonar de inmediato las alarmas en Washington. El movimiento dejaba a la milicia islamista a escasos 100 kilómetros de Islamabad, capital de una potencia nuclear.

Fuentes oficiales señalan que más de 100 rebeldes y dos soldados murieron en cinco días de combates. Pero no hay cifras confirmadas sobre bajas civiles, y tanto periodistas como cooperantes tienen restringido el acceso a la zona.

Un reportero de Buner que pidió el anonimato aseguró que el Ejército no es precisamente selectivo en sus ataques. "El jueves, helicópteros del Ejército alcanzaron ocho camiones y vehículos que transportaban familias cerca de la zona de Palam Tangi, cuando huían de Swari a Mardan. Todos murieron", denunció.

En otro incidente, las tropas abrieron fuego contra una camioneta que llevaba media docena de maestras en las cercanías del paso de Ambela. También en este caso murieron todos los ocupantes del vehículo. Casi una de cada tres casas de Ambela resultó dañada en la ofensiva, según el periodista. "No tenemos idea de cuánta gente murió allí. Las cifras varían entre 50 y 60. Los cadáveres llevan dos o tres días en las calles y en algunas áreas son devorados por buitres y perros. En esas zonas flota un olor nauseabundo", continúo.

El Ejército respondió con ira a estas denuncias. "No son informes auténticos. ¿Cómo es posible que haya cuerpos tendidos en los caminos?", se preguntó un portavoz.

El diario liberal Dawn advirtió que la ofensiva está desencadenando una crisis humanitaria sobre un distrito ya de por sí golpeado por la violencia. El centenar de pacientes y los 25 asistentes que trabajan en el hospital del distrito en Daggar se están quedando sin alimentos ni medicinas. Tampoco hay ambulancias para trasladar heridos al hospital. Dos de ellas fueron robadas por los insurgentes, y otras dos están varadas en Mardan debido a los cortes de carreteras. Otra ambulancia permanece inmóvil porque los talibanes tomaron el control de las gasolineras.

La población local celebró en un principio la llegada del Ejército, hastiada de la presencia de milicianos armados en la zona. Pero en cuanto comenzaron a darse bajas civiles, las voces de rechazo se hicieron oír cada vez más fuerte.

"No tenemos comida. Nuestros niños se mueren de hambre. Los mercados están cerrados porque las fuerzas de seguridad declararon el toque de queda en la zona", criticó por teléfono Abdul Rahman, residente de Swari, principal núcleo comercial de Buner. "Ésta no es nuestra guerra. ¿Para quién luchamos? Para esos estadounidenses soberbios que tienen el estómago lleno y duermen con sus familias en cómodas habitaciones", añadió furioso.

Sher advirtió que, si el Ejército no afina sus objetivos, el rechazo a las fuerzas de seguridad podría extenderse a los distritos de Swabi y Mardan, donde se están trasladando los refugiados. "Y debemos recordar que ambos distritos están más cerca de Islamabad que Buner", advirtió.

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