El estrecho contacto con la gente es una de las virtudes de Nicolas Sarkozy: abrirse paso entre la multitud de personas, estrechar sus manos, dar palmadas en los hombros y repartir besos. También en la mayor feria agrícola de Francia que abrió sus puertas el sábado en París, el presidente galo quiso volver a anotarse un triunfo, pero la experimentada táctica fracasó: al final, lo que Sarkozy provocó fue un escándalo sin precedentes.

Atrapado en la baja popularidad en las encuestas y enfrentado a una amenazante debacle en las próximas elecciones municipales francesas, Sarkozy buscaba la cercanía con los electores, entre bovinos y stands con sabrosos y diversos tipos de queso. Pero uno de ellos no quiso participar. "¡No me toque!", increpó un ciudadano al presidente. Este se ajustó la corbata y respondió: "Entonces lárgate, pobre imbécil", fue la resupuesta del presidente. Un desliz increíble que suena desde entonces en todos los canales de la radio y televisión galas.

El presidente francés "sigue siendo en cada situación una olla a presión llena de furia y dispuesto a lanzarse sobre sus contrincantes", escribía el diario de orientación izquierdista Libération. "Intolerable", comentó el jefe socialista François Hollande.

El resto de las noticias podrían también molestar al jefe del Elíseo: sólo el 38 por ciento de los franceses confían aún en él. Los alimentos son cada vez más caros y el precio del queso camembert se ha encarecido en un tercio. En nada ayudó la intención de Sarkozy de convertir a la cocina francesa en patrimonio mundial de la Unesco, como propuso durante la feria.

"La mala racha del presidente", escribía Le Parisien. Sólo durante la semana pasada los frentes abiertos del "omnipresente presidente" se multiplicaron.

Sarkozy propuso a la esposa de su ministro de Exteriores como jefa de la nueva asociación de emisoras extranjeras, France Monde. Además, su hijo Jean anunció su intención de presentarse como candidato a alcalde de distrito en el noble barrio parisino de Neuilly, tras una serie de rebeliones en sus propias filas. "Monarquía hereditaria" en el feudo de Sarkozy, protesta la oposición.

Tampoco su nueva esposa, Carla Bruni, lo ayudó mucho con sus declaraciones durante su primera y desafortunada entrevista: en su primera aparición oficial el sábado en el Elíseo estuvo "nerviosa y tensa", se comentó en los medios.

El que fuera ministro del Interior quiere salir de su baja popularidad con su tema estrella, que ha demostrado seguir siendo el caballo de batalla: la necesidad de seguridad de los franceses. Sin embargo, incluso aquí se encuentra ante enormes dificultades.

Cuando el Consejo Constitucional limitó una ley que preveía la custodia bajo medidas de seguridad para criminales muy peligrosos, Sarkozy apeló al tribunal de revisión superior para que procediera contra la medida. Ahora las asociaciones de juristas y los propios diputados del partido del presidente UMP ven el Estado de derecho en peligro: No hay "revisión" para las decisiones del Consejo constitucional, comentó el jefe de la fracción del UMP, Bernard Accoyer.

No es la primera vez que Sarkozy se sale de su papel ante las cámaras. Aún pueden verse en internet grabaciones que lo muestran supuestamente borracho durante la cumbre del G8 en Heiligendamm (en Alemania) o que captan el momento en que, durante una entrevista, llama a su portavoz "completo idiota" al dirigirse a su ex mujer Cécilia.

"Él es así, no ha cambiado", citó Le Parisien de círculos cercanos el presidente. Pero incluso su más reciente y fiel defensor, el ex premier Edouard Balladur, le ha llegado a recomendar "más timidez" y "otro estilo".