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Olmert se aferra a su cargo mientras crecen las peticiones de dimisión

  • La última en pronunciarse contra el primer ministro israelí es Tzipi Livni, titular de Exteriores y partidaria de celebrar primarias en el seno del partido Kadima

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, desafió ayer la exigencia del titular de Defensa y primer socio de Gobierno, Ehud Barak, de que dimita y se aferró a su cargo, pese a que se multiplican las demandas para que lo abandone.

Las críticas le llueven al jefe del Ejecutivo por todas partes: los partidos de la oposición, sus ministros, la opinión pública e incluso el interior de su propia formación, Kadima (Adelante), en el que cada vez son más fuertes las voces que reclaman unas primarias para elegir un nuevo líder.

La última en pronunciarse fue ayer la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, quien advirtió que Kadima, partido al que también pertenece ella, debe estar preparado para cualquier suceso, "incluido la convocatoria de elecciones".

"Kadima necesita prepararse para cualquier eventualidad, incluso la convocatoria de elecciones", dijo en un encuentro con la prensa tras el ultimátum lanzado el miércoles por el titular de Defensa, Ehud Barak, a Olmert para que cese en su cargo o se arriesgue a una convocatoria electoral por las sospechas de corrupción que pesan sobre él.

"Es imposible ignorar los acontecimientos de los últimos días. Y Kadima necesita obrar en consecuencia", acotó Livni, quien se mostró crítica con la postura de Olmert de que sólo dejará la jefatura del Gobierno si la Justicia formaliza cargos contra él.

"No se trata sólo de un asunto legal, sino de valores y principios que todos debemos respetar y que influyen en la confianza de la ciudadanía", aseveró Livni, partidaria de celebrar primarias en el seno de Kadima y también candidata a sustituir a Olmert en la jefatura de Gobierno si el primer ministro arroja la toalla.

Poco antes de las declaraciones de Livni, otro ministro de Kadima, el titular de Seguridad Interna, Avi Dichter, había anunciado su intención de presentarse para sustituirle al frente del partido. "En Israel no puede haber un primer ministro a tiempo parcial. Olmert y el Gobierno tienen que tomar una decisión", dijo Dichter, al entender que no puede ocuparse al tiempo de la dirección del país y de defender su inocencia.

Al día siguiente de que Barak le diese a elegir entre cesar en su cargo -aunque fuese de forma temporal- o convocar elecciones, pocos son los que han salido públicamente en defensa de Olmert y las críticas se han multiplicado.

De momento, Olmert no ha emitido ningún comunicado oficial sobre sus intenciones, aunque ha anunciado que lo hará en los próximos días.

Los medios israelíes aseguraban ayer que, tras el ultimátum de Barak, Olmert se dedicó a llamar personalmente a los ministros y diputados de su partido para pedirles el "beneficio de la duda" y que le dieran tiempo para demostrar que no es culpable de las acusaciones de que es objeto.

Hasta el momento, su única reacción difundida en los medios locales se produjo el miércoles, cuando en un encuentro con alcaldes de las localidades cercanas a la Franja de Gaza dijo que continuará ejerciendo su cargo y que demostrará que todas las acusaciones que se han vertido contra él son falsas.

"Es inconcebible que un primer ministro sea condenado en base a un único testimonio", afirmó Olmert en referencia a las declaraciones del empresario estadounidense Morris Talansky, que aseguró el martes ante un tribunal haberle entregado alrededor de 150.000 dólares en sobres de dinero en efectivo para sus campañas y también como "préstamos" para gastos personales.

Según recogían ayer los medios israelíes, Olmert está haciendo ímprobos esfuerzos para bloquear los intentos de sus propios compañeros de Kadima para apartarlo del cargo y de la dirección del partido.

Varios de los políticos cercanos a Olmert pidieron a los ministros y diputados de su agrupación que acudieran a la prensa para hacer declaraciones en su defensa, a lo que algunos se negaron, según informó el diario Haaretz. "Sus días políticos están contados. Semanas, tal vez meses, no le queda más", aseguraba este periódico, que sentenciaba que "las elecciones están a la vuelta de la esquina. Es una cuestión de entre seis y ocho meses como mucho". Esta misma fuente también recogió en su primera página que el jefe del Gobierno calificó la intervención de su ministro de Defensa como "una puñalada por la espalda".

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