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Obama y el problema de las armas: se ha hecho "poco y tarde"

  • Pese a los esfuerzos del presidente de EEUU, casi todos los legisladores parecen poco dispuestos a respaldar una evaluación exhaustiva de los potenciales compradores de armas. Y eso llevaría a que la legislación no fuese más que un conglomerado de párrafos insustanciales.

Un niño del estado norteamericano de Alamaba encuentra una pistola y se mata pegándose un tiro en el pecho. Un padre de Carolina del Norte limpia su revólver y mata a su hijo de diez años por accidente cuando el pequeño estaba viendo la televisión. Una joven de 22 años de Florida mata a su ex novio cuando se lo cruza de casualidad en la oficina de correos. Estos episodios ocurridos en las últimas semanas se asemejan a cientos de hechos que plagan las noticias locales de Estados Unidos. The New York Times los está recopilando en un blog para dejar en evidencia la dimensión que alcanza la problemática en el país. Para muchos lectores, los artículos son un espanto. Y eso es lo que expresan en casi todos los comentarios que suben a la web.

Según un seguimiento de la revista Slate, desde la masacre que produjo un joven en una escuela de Newtown el 14 de diciembre ya han muerto en el país otras 3.300 personas de un modo similar. "Cada día que dejamos pasar a la espera de acciones concretas significa que más conciudadanos se ven privados de la vida por una bala que sale disparada de un arma", advierte el presidente Barack Obama.

En el estado de Connecticut, donde el atacante mató a 20 niños y seis adultos, el poder legislativo acusó recibo de la tragedia tomando medidas: se aprobó la ley de armas considerada por expertos como la más severa del país, que exige que quienes compren armas se sometan a evaluaciones psíquicas y a un examen de sus antecedentes penales, además de prohibir más de 100 modelos de fusiles y pistolas. Otros estados han decidido seguir el mismo camino, como Nueva York o Colorado, que el año pasado fue testigo de una masacre que dejó 12 muertos en un cine. En Maryland es obligatorio que quienes adquieren un arma registren sus huellas digitales en la policía.

No obstante, la ley que querría ver aprobada Obama parece cada vez más lejana. Sería "una vergüenza" si el país no aprendiera la lección de Newtown, alerta el mandatario. "Las lágrimas no bastan". Pero cuando los políticos regresen al Congreso, seguramente no presentarán nada contundente en la materia. Es probable que el presidente tenga que prescindir de la prohibición de armas semiautomáticas y de las restricciones que pretendía imponer en la venta de armas con cargadores de alta capacidad. Es más, casi todos los legisladores parecen poco dispuestos a respaldar una evaluación exhaustiva de los potenciales compradores de armas. Y eso llevaría a que la legislación no fuese más que un conglomerado de párrafos insustanciales. "Parece que el lobby de las armas ha ganado", comenta la columnista Dana Milbank.

Es el mal de Obama: muchos de sus partidarios demócratas son reacios a aprobar una legislación estricta, pues consideran que la medida derivaría en una pérdida electoral demasiado importante. Seguir adelante con una legislación de este tipo podría valerle al partido un duro revés en las elecciones parlamentarias de 2014, ya que en las regiones menos urbanas el derecho de posesión de armas es tomado como algo sagrado. Ahí reside la explicación de que diez estados, entre ellos Arkansas, Kentucky y Tennessee, incluso hayan decidido flexibilizar sus leyes desde la tragedia de Newtown. "Puedo entender por qué se quieren tener algunas armas para la autodefensa", dijo Obama recientemente, en lo que parece ser un gesto de cesión ante la tradición. No pocos analistas interpretaron sus palabras como un indicio de que el presidente firmaría hasta la ley más moderada para lograr que al menos exista alguna regulación más.

En el ala conservadora ya se escuchan burlas del "mal paso" del presidente, mientras que muchos defensores del control de armas se muestran decepcionados. En enero, Obama había exigido con grandilocuencia que se respaldara su iniciativa por un mayor control de la posesión de armas. Pero durante los dos meses siguientes no se supo prácticamente nada más al respecto, hasta finales de marzo. "Poco y tarde", comenta el Washington Post, que asegura que fuera de los discursos poco fue lo que se aportó a la nueva legislación. El lobby de las armas, que contribuye a las arcas y a la imagen pública de algunos congresistas, no tardó en actuar. Tal como apunta el Wall Street Journal: aunque el Senado pudiera sacar adelante una ley más estricta gracias a su mayoría demócrata, la medida tendría muy pocas posibilidades de pasar la Cámara Baja, dominada por los republicanos.

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