La ONU elevó ayer considerablemente su tono al advertir al régimen sirio de Bashar al Asad y a Rusia que si continúan con los bombardeos indiscriminados contra la ciudad de Alepo ésta quedará destruida en poco más de dos meses y se convertirá en otro símbolo de un genocidio. El encargado de hacer esta advertencia fue el enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Staffan de Mistura, quien avisó de las consecuencias devastadoras que la ofensiva militar sirio-rusa está teniendo sobre el terreno.

El pasado 22 de septiembre las fuerzas gubernamentales sirias, apoyadas por la aviación rusa, comenzaron una ofensiva militar contra el este de la ciudad más importante del norte del país en un intento de reconquistar la urbe, un bastión rebelde.

Según los datos que De Mistura aportó ayer, en 15 días 376 civiles han perdido la vida, un tercio de ellos niños, y otras 1.266 personas resultaron heridas. La ONU estima que en el lado oriental sobreviven unas 276.000 personas.

"Si no hay un gran cambio: Alepo, o al menos la parte oriental de Alepo, quedará totalmente destruida en dos meses o dos meses y medio", aseguró. Para la ONU, esta masacre significaría que una vez más el mundo asistiría impotente y en tiempo real a un genocidio, aunque el diplomático no usó ese término. "Lo único para lo que no estamos listos es para ser pasivos, resignarnos a otra Srebrenica, a otra Ruanda, una posibilidad que tristemente somos capaces de reconocer delante de nosotros", subrayó. En 1994 más de un millón de ruandeses tutsis murieron asesinados por sus conciudadanos hutus y un año después más de 8.000 hombres y jóvenes bosnios fueron asesinados en la localidad de Srebrenica por las milicias serbobosnias. Ambos son considerados los dos casos más recientes de genocidio.