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Moscú y Teherán enfrían su relación

  • La alianza de intereses entre los dos países muestra síntomas de debilitamiento por el acercamiento de Medvedev a Estados Unidos, especialmente tras la anulación del sistema antimisiles en Europa Oriental

El reciente acercamiento de Rusia a Estados Unidos amenaza la solidez del matrimonio de conveniencia forjado desde 1991 por Moscú y Teherán, que podría quedarse así sin aliados entre las grandes potencias y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

La alianza de intereses entre rusos e iraníes se ha cimentado desde la caída de la URSS en la venta de armamento, los hidrocarburos y la oposición a la política de Washington en Oriente Próximo.

La visita a Teherán del entonces jefe del Kremlin, Vladimir Putin, en octubre de 2007 para reunirse con el líder iraní, Mahmud Ahmadineyad, marcó el clímax de las relaciones entre rusos e iraníes, a los que siempre ha separado una frontera natural, el mar Caspio.

Occidente reaccionó entonces con indignación ante lo que se interpretó como un abierto respaldo del Kremlin a las ambiciones nucleares del régimen islámico denostado por la Administración estadounidense.

Stalin había sido el último líder ruso en visitar Irán al asistir en 1943 a la Conferencia de Teherán durante la Segunda Guerra Mundial y en la que también tomaron parte los dirigentes de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, y Gran Bretaña, Winston Churchill.

Por si fuera poco, Rusia formó con China un tándem que impedía que el Consejo de Seguridad aprobara medidas de fuerza contra Irán por encubrir un programa secreto de enriquecimiento de uranio y negarse a cooperar con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA).

No obstante, algo ha cambiado entre rusos e iraníes desde que el presidente estadounidense Barack Obama asumiera el poder en febrero de este año.

Desde entonces, el nuevo líder ruso, Dimitri Medvedev, ha pasado de oponerse frontalmente a la imposición de sanciones internacionales a no descartarlas, aunque siga defendiendo el derecho de Irán a desarrollar un programa nuclear civil.

Nadie reconoce el trueque entre Moscú y Washington, pero la reciente decisión de Obama de renunciar al escudo antimisiles en Europa Oriental no podía quedar en saco roto.

La víspera, el ministro de Energía ruso, Sergei Shmatko, adelantó que la primera central nuclear iraní (Bushehr), que ingenieros rusos construyen a orillas del Golfo Pérsico, no entrará en funcionamiento este año, como estaba previsto.

Shmatko subrayó que "la construcción de Bushehr va bien. Los iraníes ven cómo avanza el proyecto. Los plazos de construcción de la planta se determinarán únicamente por cuestiones técnicas". El caso es que recientemente la agencia atómica rusa (Rosatom) aseguró que la planta iraní de 1.000 megavatios comenzaría a funcionar a finales de 2009.

Además, según informaron fuentes militares a la agencia Interfax, Rusia ha congelado el suministro de los sistemas de misiles antiaéreos S-300 a Teherán.

Rusia, que siempre ha defendido que sólo suministra a Irán armamento defensivo, suscribió en 2007 con ese país el contrato para la venta de cinco sistemas S-300 por valor de 800 millones de dólares. Según Interfax, los S-300 se encuentran ahora almacenados en las instalaciones del Ministerio de Defensa ruso, a la espera del cumplimiento del contrato.

Washington se opone a que Moscú le venda a Teherán ese armamento, al igual que Israel, como dejó claro en su reciente visita a Moscú la actual líder de la oposición y ex ministra de Exteriores, Tzipi Livni.

Los móviles S-300 son considerados mucho más potentes que los también sistemas antiaéreos Tor M-1 que Irán compró a Rusia por casi mil millones de dólares en 2005, contrato que Israel describió como una "puñalada en la espalda". Irán desea proteger con los sistemas antiaéreos rusos sus instalaciones estratégicas -administrativas, industriales y militares-, en caso de ataque por parte de Estados Unidos o Israel.

La respuesta no se hizo esperar y el portavoz de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento de Irán, Kazem Jalili, afirmó que "los retrasos en la entrega de los S-300 y en la puesta en marcha de Bushehr han creado un sentimiento de desconfianza entre los iraníes".

En octubre el presidente de esa comisión parlamentaria iraní, Aledin Boroujerdi, aseguró que si Moscú no cumplía con su compromiso eso afectaría "de forma negativa" a las relaciones entre ambos países. "Dada la amplia cooperación bilateral entre los dos países, iría en contra de los intereses de Rusia si las negociaciones en este terreno son infructuosas", afirmó.

Por si fuera poco, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, afirmó que Teherán rechaza la propuesta de Moscú, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y las cancillerías occidentales de enriquecer su uranio en territorio ruso. Rusia había depositado muchas esperanzas en esa iniciativa, al considerar que, al tiempo que disipaba las dudas occidentales sobre el programa nuclear iraní, le permitía conservar su influencia en la zona.

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