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México digiere su peor pesadilla

A medida que pasan las horas México busca la mejor forma de digerir su peor pesadilla: un Trump presidente.

Los nuevos términos de la relación bilateral, siempre compleja, entre dos países que comparten casi 3.200 kilómetros de frontera, problemas de narcotráfico, migración y un intenso comercio son todavía una incógnita.

Su presidente, Enrique Peña Nieto, esperó hasta la mañana para expresar sus felicitaciones. Y evitó celebrar personalmente el logro de Trump, sino que optó por la fórmula más distante de felicitar "al pueblo de EEUU de América por su proceso electoral". Hubo una reunión nocturna entre el presidente y su Gabinete en la noche cuando ya se veía cada vez más difícil la victoria de Clinton. El peso mexicano, que lleva meses de volatilidad, caía un 10% frente al dólar.

Se esperó hasta la mañana para mandar una señal. Salieron a hablar el ministro de Hacienda, José Antonio Meade, y el gobernador del Banco Central, Agustín Carstens. "México está en una posición de fortaleza para enfrentar el nuevo entorno", aseguró Meade.

¿Cuál es el nuevo entorno? Lo que más preocupa a las autoridades mexicanas es el discurso proteccionista de Trump en lo comercial y xenófobo en materia migratoria, en un país donde hay 5,8 millones de mexicanos en situación irregular.

La economía mexicana depende muchísimo de EEUU: casi el 80% de las exportaciones mexicanas van al mercado estadounidense, lo que ha propiciado que empresas internacionales, entre otros de la pujante industria automotriz, se instalaran en México. Ya no se habla de modernizar la frontera e integrar más la región de América del Norte desde el punto de vista comercial, sino de cerrarla.

"El triunfo de Trump es una muy mala noticia para México", dijo el analista Mauricio Merino del Centro de Investigación y Docencia Económicas.

Porque, más allá de lo que finalmente ocurra en concreto en materia comercial y de deportaciones, el discurso en sí mismo se endureció.

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