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Merkel sufre pesadillas

  • La coalición de la canciller con los liberales se desploma en las encuestas mientras crece el número de alemanes que descalifican la actuación del Gobierno.

El Gobierno de centroderecha de la canciller alemana Angela Merkel cumple un año sumido en la impopularidad y determinado a recuperar el tiempo perdido en los primeros meses de gestión.

Democristianos (CDU), socialcristianos (CSU) y liberales (FDP) firmaron el 27 de octubre de 2009 el contrato que sellaba la aspirada alianza de centro-derecha para poner fin a un "matrimonio de conveniencia" de conservadores y socialdemócratas y permitir el regreso al poder de los liberales tras una sequía de once años.

El contrato de coalición fue rubricado de forma emblemática en la representación del gobierno de Renania del Norte-Westfalia, cuyos destinos regía entonces el centro-derecha.

Hoy en día, Renania del Norte-Westfalia está en manos nuevamente de socialdemócratas y Verdes, y de llamarse a elecciones generales en este momento, estos partidos y no la alianza de Merkel estarían en condiciones de hacerse con el poder en Berlín, según las encuestas.

Al conformarse la coalición negro-amarilla (por los colores de las formaciones), el presidente del Partido Liberal y nuevo vicecanciller y ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, prometió un "cambio mental y político" en Alemania.

Pero en su lugar, los "socios naturales" se enzarzaron en rencillas interminables en temas como la política tributaria o la sanitaria. Aprobaron rebajas impositivas a los herederos de fortunas y a los hoteleros que desataron la indignación del hombre de la calle y pusieron en alerta a Merkel.

Las promesas de rebajas fiscales generalizadas que proclamó el FDP en campaña nunca llegaron y su popularidad se desplomó en dos tercios quedando en el 5% , el mínimo imprescindible para asegurar su permanencia en el Parlamento.

Los grandes temas se fueron aplazando hasta después de las esperadas elecciones regionales en Renania del Norte-Westfalia en mayo pasado, en las que el centro-derecha fue desbancado por un gobierno minoritario de socialdemócratas y Verdes.

El ministro de Exteriores Guido Westerwelle llenó más de una vez los titulares al comparar los beneficios de ayudas estatales para los desempleados con la "decadencia del Imperio Romano" y por llevar a correligionarios en sus viajes al extranjero.

Merkel, por su parte, fue criticada en Europa por demorar -con la vista puesta en las elecciones regionales- la anuencia de Alemania para el paquete de ayuda financiera a Grecia.

Los ánimos se caldearon aún más tras el revés electoral en Renania del Norte-Westfalia, en especial entre la CSU y el Partido Liberal, que intercambiaron insultos y descalificaciones.

Aun cuando Alemania está saliendo más rápido de la crisis, la ciudadanía tuvo durante mucho tiempo la sensación de que el Gobierno no tomaba el toro por los cuernos. Merkel necesitó tiempo para darse cuenta de que tenía que cambiar el estilo conciliador que le había dado buenos resultados con los socialdemócratas.

Ahora, un año después, los socios del centro-derecha han acelerado el ritmo. Acordaron reducir el Ejército y eliminar el servicio militar obligatorio. También convinieron una reforma del sistema sanitario que costará más a los asegurados y decidieron prolongar la vida útil de las centrales nucleares.

Para hacer frente a la crisis, de la que Alemania está saliendo menos perjudicada de lo que se preveía, Merkel anunció el mayor paquete de medidas de ahorro de la historia de Alemania, unos 80.000 millones de euros en los próximos cuatro años.

Otro comicio regional, el del bastión conservador de Baden- Wurtemberg en marzo de 2011, podría ser vital para Merkel y sus aliados. La canciller ha tomado partido en favor de un megaproyecto de reforma de la estación central de Stuttgart, la capital de este land, que ha desatado multitudinarias protestas.

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