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la crisis del covid-19

Marruecos, medio año de silencioso aislamiento

  • La incertidumbre domina el país vecino, que registra récords de contagios por coronavirus en las últimas fechas y vive con su economía prácticamente paralizada

"La situación de la epidemia con los datos en la mano es mala, pero la mayoría de los marroquíes quieren seguir viviendo con normalidad porque tienen otros problemas inmediatos más graves que esta enfermedad invisible", afirma desde Rabat Rachid Slaoui, un pequeño empresario del sector de la consultoría comercial. Más de seis meses después de que las autoridades marroquíes decretaran por sorpresa el cierre de sus fronteras para tratar de atajar la pandemia los cielos del otro lado del Estrecho siguen cubiertos de nubarrones negros. Las cifras de contagios baten esta semana récords, la economía se encuentra paralizada -el turismo es inexistente- y la gestión política está marcada por los vaivenes y la improvisación. Medio año de silencioso aislamiento.

En estos momentos lo único cierto es que el estado de emergencia sanitaria se prolongará hasta el próximo 10 de octubre (se ha encadenado uno con otro desde que se decretara por primera vez el 20 de marzo). Los contagios siguen marcando cifras récords. El último, el pasado viernes: 2.760 contagios en 24 horas y casi 19.000 casos activos. La peor parte se la lleva Casablanca, la urbe más populosa del país, rompeolas laboral de marroquíes de todos los rincones del país, en estos momentos confinada. Con todo, se trata de cifras muy modestas al equipararlas con las de los países del entorno -fue así desde el principio-, empezando por España. "Comparado con vuestro país, la situación de la epidemia es mucho mejor: la gente, aunque con sus mascarillas y medidas de precaución, trata de hacer vida normal", confiesa Meryem El Hadri, una joven socióloga marroquí, a este diario.

Si hemos de creer las cifras oficiales, hasta ahora se han registrado 97.264 casos y 1.755 decesos en Marruecos. Con una población muy joven -29 años de edad media, lo que explica la baja incidencia relativa de la pandemia- y desinformada respecto a la realidad del Covid-19, una parte importante de la sociedad marroquí niega incluso la existencia del virus.

La situación económica marroquí empeora con el paso de las semanas. El sector informal, prácticamente paralizado, supone el 21% del PIB nacional. Para paliar las consecuencias de la pandemia, la monarquía ha recurrido a un fuerte endeudamiento. Desde abril, Rabat ha pedido prestado al Banco Mundial, al Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, a la UE, al Banco Europeo de Inversiones o al Fondo Árabe para el Desarrollo por valor de 13.000 millones de dírhams (1.180 millones de euros). Por ahora, el rey Mohamed VI ha sabido gestionar de manera inteligente la situación, empezando por la creación de un fondo especial para paliar los efectos de la crisis. En su última intervención pública -hace un mes- el monarca llamó a la responsabilidad individual y avisó de que el país podría volver a confinarse. Con todo, la situación apunta a que la autorización por parte del jefe del Estado y emir de los creyentes de las concentraciones familiares con motivo del Aid El Kebir o fiesta del cordero a pesar de los riesgos que entrañaba la celebración está detrás del repunte de casos de las últimas semanas. Por otra parte, la pandemia parece haber apaciguado los ánimos de manera temporal en el Rif, foco de conflicto social con el régimen en los últimos años. Por otra parte, la justicia marroquí ha aprovechado la situación para incrementar las detenciones de periodistas.

De una manera igualmente sorpresiva a la del anuncio del cierre de las conexiones aéreas y marítimas las autoridades magrebíes decidieron el pasado día 6 de septiembre dar un paso hacia la reapertura de fronteras a los turistas extranjeros. A partir de ahora basta con la invitación de una empresa local o una reserva hotelera y dos test de detección del coronavirus negativos -plazo de 48 horas desde los resultados hasta la entrada- para poder franquear las fronteras marroquíes. Pero será de momento sólo a través de los vuelos excepcionales que operan para el transporte de los marroquíes residentes en el extranjero, marroquíes bloqueados en el exterior y foráneos residentes en Marruecos. En fin, sólo los ciudadanos marroquíes con otra nacionalidad pueden salir del país. El resto sigue sin poder hacerlo.

Pero la incertidumbre de la realidad sobre el terreno, las dudas que genera el sistema sanitario local, el trámite sanitario y los precios de los billetes de las dos únicas compañías que operan estos vuelos -Royal Air Maroc y Air Arabia- han hecho de la iniciativa una tentativa fallida por ahora. El sector presiona a Rabat para que flexibilice las condiciones de entrada. "No tenemos mucho que perder ya, el virus está aquí y sin los ingresos del turismo, que supone el 17% del PIB, este país no puede aguantar mucho", asevera Slaoui.

Desde la Embajada española en el país vecino se invita al optimismo respecto a la situación económica bilateral. "El comercio de mercancías nunca ha dejado de circular. El tráfico ro-ro entre Algeciras y TangerMed ha funcionado siempre como la seda, todos los meses del año, aunque con menor volumen", explica a este periódico Andrés Martínez, analista de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Marruecos. "Ha sido el parón de la venta al público con el cierre de comercios lo que ha influido en el tráfico bilateral, por ejemplo en textil y automoción. Las tiendas de ropa y los concesionarios han estado meses cerrados. Consecuencia, las exportaciones españolas de carburante, componentes de automoción e inputs de confección han caído", precisa.

Las fronteras de Ceuta y Melilla, cerradas

Lo que parece que no experimentará novedad alguna en los próximos meses es el cierre de las fronteras marroquíes con las ciudades autónomas españolas. Según informaba recientemente El Español, Rabat ha planteado a Madrid cinco exigencias para la apertura de los pasos fronterizos: adiós a la aduana comercial, que haya un solo paso fronterizo, el fin del porteo, un nuevo estatus para los trabajadores y el control del flujo migratorio. Un plan que Marruecos llevaba pergeñando desde hace tiempo y que la pandemia ha acelerado. Pocas dudas hay de que las citadas fronteras no se abrirán hasta 2021.

A pesar de la tímida reapertura de fronteras, la situación general no invita al optimismo. Un centro de estudios estadounidense, el Institute for Health Metrics and Evaluation, aseguraba en las últimas fechas que un nuevo confinamiento estaba al caer, a pesar de que las autoridades locales han salido al paso para negarlo. El enorme esfuerzo del Estado para evitar el drama del hambre en miles de hogares marroquíes no podrá prolongarse en demasía. Marruecos sabe que no puede permanecer mucho más tiempo cerrado al mundo. Pero la pandemia que silenció a Marruecos y nos aleja un poco más cada día de nuestros vecinos del sur amenaza con seguir haciendo estragos.

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