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Francia elige a Macron y la UE respira aliviada

  • El candidato europeísta gana con amplia ventaja a Le Pen, quien ha admitido su derrota y lo ha felicitado.

  • La participación ha sido de las más bajas de la historia en el país.

Emmanuel Macron presidirá Francia los próximos cinco años tras lograr este domingo una rotunda e incontestable victoria sobre la candidata ultraderechista Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

El político europeísta y socioliberal, que a sus 39 años se convertirá en el jefe de Estado más joven de la V República, consiguió el apoyo de dos de cada tres franceses, más de lo previsto en los sondeos, para batir a la adversaria que defiende un proyecto en las antípodas del suyo.

Los franceses dieron la espalda al nacionalismo proteccionista y xenófobo encarnado por Le Pen para depositar su confianza en un llanero solitario de ideas liberales, que se presentó sin el abrigo de un partido tradicional para dar mayor credibilidad a su propuesta reformista.

A lomos de una imagen fresca y novedosa, Macron forjó su victoria con la suma de los votos de adhesión a su candidatura y los de quienes simplemente quisieron frenar el paso a la ultraderecha.

Puede que el frente republicano, el dique que forman la izquierda y la derecha contra el Frente Nacional, haya perdido vigor, pero la realidad volvió a mostrarle a Le Pen los límites de su proyecto, pese a que consiguió más votos, 11 millones, que nunca.

La diferencia de más de 30 puntos entre el socioliberal y la ultraderechista sólo tiene parangón con los 65 puntos de distancia que le sacó en 2002 Jacques Chirac al padre de Le Pen, Jean-Marie. Aquellos eran otros tiempos y el Frente Nacional, todavía un partido maldito.

Pese a todo, el lustre de la victoria de Macron no fue completo. La participación, de alrededor del 75%, fue la más baja para una segunda ronda de las presidenciales desde hace medio siglo. Además, desde 1969 nunca había votado menos gente en la final que en la primera ronda.

El rechazo que suscitaban ambos candidatos -y que azuzaron voces como la del líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon- propició que el voto blanco y nulo se disparase hasta casi el 12%, rompiendo todos los récords.

Consciente de la división que aflige a su país, el centrista Macron dirigió un primer discurso a los franceses conciliador y lleno de llamamientos a la unidad, en el que no renunció a algunas de las señas de identidad bajo las que se ha presentado.

Como reconocieron los asesores más cercanos al nuevo presidente, que fundaron junto a éste el movimiento En Marcha, el gran desafío para Macron comienza ahora, con las elecciones legislativas en lontananza en junio, donde deberá conseguir una mayoría parlamentaria que le permita poner en marcha sus reformas.

A ese fin, los candidatos que apoyen el proyecto macronista se presentarán a las elecciones legislativas de junio bajo la nueva etiqueta La República en Marcha.

De forma similar a Estados Unidos y otros sistemas presidencialistas, Macron contará con amplios poderes, al punto de que algunos hablan de una monarquía presidencial.

Es el jefe de las Fuerzas Armadas y puede decidir intervenciones militares e incluso el uso de armas nucleares sin necesidad de tener la aprobación de la Asamblea Nacional. Sin embargo, para declarar una guerra sí es necesaria la aprobación legislativa.

Sus poderes se ven muy limitados cuando no tiene una mayoría propia en la Asamblea Nacional y se ve obligado a convivir con un primer ministro de otro signo político. La última vez que se produjo esta cohabitación fue entre 1997 y 2002 con el conservador Jacques Chirac y el primer ministro socialista Lionel Jospin. Esa es la bala que le queda ahora a Le Pen. Macron ha espantado al fantasma, pero sigue ahí...

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