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Londres limitará la contratación de los trabajadores foráneos

  • May defiende un giro al centro y admite que la salida de la UE será dura para el Reino Unido. La ministra de Interior levanta ampollas por la polémica sobre el control de la inmigración.

La primera ministra británica, Theresa May, dio un giro al centro político al defender los servicios públicos en medio de la polémica por el control de la inmigración ante la salida del Reino Unido de la Unión Europea. La jefa del Gobierno clausuró  en Birmingham el congreso anual del Partido Conservador, en el que destacó la "revolución silenciosa" de los británicos que el pasado 23 de junio votaron a favor de abandonar la UE. En paralelo al esperado discurso de la premier, la titular de Interior, Amber Rudd, levantó ampollas entre los políticos de la oposición y algunos sectores empresariales al defender en el congreso la necesidad de revisar la contratación de extranjeros pues consideró que muchos empleos pueden ser cubiertos por británicos.

Rudd dijo que se necesitarán límites adicionales a la contratación de extranjeros y a la entrada de estudiantes a fin de "cambiar la tendencia" de la opinión pública sobre inmigración tras la victoria del Brexit, lo que provocó que el portavoz laborista de Interior, Andy Burnham, calificase la idea de "racista".

En su intervención, ausente de medidas concretas, May presentó una visión del conservadurismo británico más solidaria con las clases menos privilegiadas al tiempo que dejó a un lado la defensa del estado pequeño de sus predecesores para remarcar que el Gobierno puede ser una "fuerza del bien". "Quiero situar al partido y a nuestro país en el camino hacia un nuevo centro de la política británica, construir sobre los valores de justicia y oportunidad, en el que todos respeten las reglas y que cada persona, sin importar sus antecedentes o los de sus padres, tenga la oportunidad de ser lo que quiera", afirmó.

Al referirse al Brexit, May admitió que a la actual generación le ha tocado hacerse cargo de los profundos cambios que sufrirá el país fuera de la UE, pero prometió construir un futuro "más brillante", "justo" y "fuerte" para el Reino Unido. En su intervención, la política admitió que las negociaciones con Bruselas serán "duras" y que es prematuro saber cuál será el resultado de las mismas, aunque requerirá un "ceder y tomar".

"El Reino Unido es un país diferente" tras la votación en el referéndum, dijo la jefa del Gobierno, quien, no obstante, aseguró que hará esfuerzos para que las empresas comercien con Europa. Subrayó que fue la "callada determinación" de los británicos lo que los llevó a "desafiar las amenazas" sobre las terribles consecuencias de la retirada al votar por el Brexit. El voto a favor de la salida, explicó May, puso de manifiesto las profundas divisiones de la sociedad británica en los últimos años pues muchas veces la gente trabajadora se ha sentido ignorada por los "privilegiados y los poderosos".

"No fueron los adinerados los que hicieron los mayores sacrificios después de la crisis financiera, fueron las familias trabajadoras", explicó ante las bases tories. May pidió a los británicos, tanto a los que votaron por permanecer como los que respaldaron la salida, que se unan a ella para cambiar las cosas. "Venid conmigo y haremos el cambio", sentenció May en su primer discurso como premier.

La conservadora informó de que activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa -que establece un periodo de dos años de negociaciones-  antes de finales de marzo de 2017 y que se presentará en el Parlamento el proyecto de ley para derogar el acta que incorporó al Reino Unido en la UE en 1973. "Entonces las leyes del Reino Unido se harán en Westminster y los jueces no se sentarán en (el tribunal europeo) de Luxemburgo, sino en los tribunales británicos", añadió.

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