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Hollande muestra su lado duro

"¡Por fin, presidente!", escribía ayer el dominical Le Journal du Dimanche, resumiendo lo que Francia parece haber recibido como una agradable sorpresa: la metamorfosis de François Hollande, que pasó de ser un hombre titubeante y de consenso a un capaz comandante en jefe.

Desde que el mandatario anunció el viernes su decisión de llevar su país a la guerra contra los rebeldes islamistas en Malí, se ha ganado un aplazamiento en la imparable lluvia de críticas tanto en la esfera interna como a nivel internacional. Desde el verano, Hollande se ha convertido en blanco de críticas por la lentitud de las reformas necesarias para dar un giro a la economía francesa y por sus titubeos.

Sin embargo, el Hollande Flanby, como lo apodaban en referencia a una marca de flan, ha desaparecido. Y en su lugar emerge un "comandante de guerra" que muerde la bala para evitar que Malí sea conquistado por el fundamentalismo islámico mientras el mundo se lava las manos. Pero no todo ha marchado sobre rieles para Hollande en estos primeros días de combate. El sábado tuvo que admitir que la operación para liberar a un rehén en Somalia había fracasado. Un soldado murió, otro resultó herido y se cree que está en manos de los rebeldes y, "sin duda", el grupo radical Al Shabaab habría acabado con la vida del rehén Denis Allex.

Pero en lo referente a Malí, la intervención marca "un punto de inflexión en la Presidencia" de Hollande, señala Jean-Christophe Cambadelis, diputado del Partido Socialista. "François Hollande está asumiendo el liderazgo europeo para proteger Europa del terrorismo", dijo Cambelis. Sus palabras reflejan la visión de Francia de que si Malí se convierte en un Estado terrorista sería una amenaza para Europa y para Asia.

Y líderes africanos y europeos también alabaron a Hollande, que enseña ahora su lado duro.

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