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América latina Nuevo jefe de Estado

Guatemala cambia de rumbo

  • El país se despide de la derecha conservadora que ha gobernado durante los últimos 20 años y da la bienvenida a la socialdemocracia con la investidura de Álvaro Colom, el "presidente de los pobres"

Guatemala se despide de la derecha conservadora que ha gobernado el país durante los últimos 20 años y da la bienvenida a la socialdemocracia con la investidura presidencial de Álvaro Colom.

Ingeniero industrial de 57 años de edad, Colom se ha convertido en el séptimo jefe de Estado civil de este país centroamericano desde 1986, cuando concluyó la sucesión de dictaduras militares que gobernaron Guatemala desde 1954, y el primero en denominarse "presidente de los pobres".

Pese a haber ganado en 20 de los 22 departamentos del país en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 4 de noviembre, con un amplio respaldo de las poblaciones rurales, donde se concentra la mayor cantidad de pobres, Colom reconoce que la sociedad guatemalteca "es conservadora y de derechas" y que "no será fácil" convencerla de las bondades de la socialdemocracia.

Sólo el 15 por ciento de los guatemaltecos se declaran de "izquierda", según un sondeo publicado recientemente por la prensa local.

Los cambios que necesita el país, ha dicho Colom, los impulsará poco a poco y con mano de seda, para "no provocar malentendidos" que puedan abrir frentes innecesarios contra su administración.

La socialdemocracia que desarrollará el nuevo presidente será un modelo propio y novedoso, que en poco o en nada se parecerá a las izquierdas de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, o Daniel Ortega en Nicaragua.

Se identificará más, asegura, con la de Michelle Bachelet, de Chile, la de Luiz Inacio Lula Da Silva, de Brasil, y la de José Luis Rodríguez Zapatero, de España, a los que considera "progresistas, modernos y democráticos", y cuyos logros, principalmente en materia económica y social, pretende tomar de ejemplo para Guatemala.

Lo suyo, precisa, será "una socialdemocracia con rostro maya y sabor a tortilla", en donde "habrá libre mercado hasta donde sea posible y Estado donde sea necesario".

Aunque el poderoso sector empresarial ha ofrecido apoyar su Gobierno, también ha manifestado de antemano su rechazo a cualquier iniciativa que implique incrementar los impuestos, y su temor a eventuales medidas radicales que puedan perjudicar sus intereses, hasta hoy resguardados por los gobiernos de derecha que han antecedido al de Colom.

El nuevo presidente de Guatemala ha tranquilizado a los empresarios al asegurar que durante su administración no habrá más impuestos, aunque su ya designado ministro de Hacienda, el tecnócrata de izquierda Juan Fuentes, ha declarado que su principal objetivo será promover "una reforma fiscal" dirigida a incrementar la carga tributaria que el año pasado se situó en torno al 12,5 por ciento.

La primera meta que Colom se ha fijado es, en un plazo de cien días, "con humildad y sabiduría, conquistar a quienes no votaron por mí", reduciendo los altos niveles de inseguridad y pobreza que padecen los más de trece millones de guatemaltecos del país.

Esto, dijo a la prensa local, lo hará con "acciones contundentes" en contra de las poderosas mafias que dirigen el narcotráfico y otras formas de crimen organizado, y llevando a las comunidades más empobrecidas del país los servicios básicos que les han sido negados por gobiernos anteriores.

Pese a que presume de tener un plan de gobierno integral que elaboró minuciosamente en los últimos cuatro años, para garantizar la gobernabilidad, Colom ha dicho que buscará consensos con los diferentes sectores del país en todas las políticas públicas que impulse.

Para ello, convocará a un gran diálogo nacional en el que, "con la mesa limpia (...) sin imponer agendas" promoverá la discusión de los grandes temas nacionales, "para que se comience a despertar el espíritu de unidad en el país".

"Tengo total convicción de que vamos a cumplir y no vamos a fallar", aseguró el presidente horas antes de ser investido en el Teatro Nacional de Ciudad de Guatemala.

Y al menos la mitad de los guatemaltecos le creen. Una encuesta publicada la semana pasada por un diario local señala que el 47 por ciento de los ciudadanos "tiene la esperanza" de que con el nuevo presidente "las cosas cambien para mejor".

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