Eentre asia y europa La amenaza de golpe de Estado sigue muy presente en Turquía

El Ejército turco se quema

  • La detención de varias decenas de personas, entre ellas militares de alta graduación, pone de manifiesto que el conflicto entre instituciones sigue latente y muy activo

Con supuestos juegos de guerra el Ejército turco se ha quemado las manos de manera considerable. Después de que se diera a conocer un antiguo plan para perpetrar un golpe de Estado contra el Gobierno islamista conservador del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, la Policía detuvo en una intervención sin precedentes a más de 50 sospechosos, entre ellos oficiales de alto rango.

El conflicto forma parte del tira y afloja del Gobierno de Erdogan con las fuerzas seculares, que no terminan de aceptar la pérdida de poder. El diario Taraf, al que le fue filtrada información restringida de círculos internos del Ejército, había informado primero sobre el plan con el nombre en clave Balyoz, que en turco significa Mazo y que fue formulado en 2003.

El plan consistía en que un grupo de provocadores debía atacar un museo militar en Estambul, camuflados de islamistas fundamentalistas, y perpetrar atentados con bombas contra dos mezquitas de la metrópolis. Una segunda parte del plan contemplaba que un avión militar turco fuera bombardeado y que se atribuyera el ataque a Grecia. Miles de "enemigos del Estado" debían ser internados después en Turquía.

La cúpula militar negó anteriores tramas golpistas y aseguró que eran falsas. Sin embargo, el plan Mazo fue discutido en un seminario. Existen grabaciones de voz del general Cetin Dogan, que fue identificado como el autor del plan y que definió el documento como un escenario para un juego de guerra. La Justicia ahora está indagando en el asunto. Generales y coroneles deben dar respuestas a los investigadores.

Al fin y al cabo el Ejército turco, al que se considera protector de la herencia laicista del fundador de la república Atatürk, ha derrocado en varias ocasiones a los gobiernos establecidos. Independientemente de ello, aunque por otro lado justamente por eso, continúa siendo todavía la institución estatal más respetada por los turcos.

En el año 1997 el Ejército obligó al primer jefe de gobierno islamista, Necmettin Erbakan, a abandonar su cargo con un "golpe suave". Tras la prohibición de la formación política de Erbakan, el Partido del Bienestar (RP), los islamistas turcos se agruparon en torno al Partido de la Virtud (FP). De este bando se escindió el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que el actual primer ministro Erdogan transformó en un partido de masas islamista conservador.

Erdogan recorta ahora las facultades del aparato militar, que es como un Estado dentro del Estado. El ministro del Interior, Besir Atalay, revocó recientemente el protocolo Emaysa, firmado hace trece años con el jefe del Estado Mayor. El protocolo permitía al Ejército intervenir en caso de crisis internas sin consulta previa a los órganos gubernamentales.

Lo siguiente en ser derogado podría ser el llamado libro rojo, también un documento considerado como una constitución secreta para la seguridad nacional. En él se estipula el procedimiento del Ejército contra los enemigos de la nación turca. De acuerdo con medios de comunicación turcos, fue eliminado del documento la definición del ultranacionalismo como ideología enemiga. El islam político y los misioneros cristianos son considerados como dos grandes peligros para Turquía.

Oficiales del Ejército advirtieron en reiteradas ocasiones contra Erdogan y la amenaza de que Turquía se islamice. Hasta ahora se han encontrado solos a nivel internacional.

En el seno de la sociedad turca las tensiones no son nuevas, según dijo un portavoz de Estados Unidos en Turquía. Mientras todo esté en consonancia con las leyes, no existe un "motivo de especial preocupación".

De acuerdo con Alexander Tumarkin, un politólogo del Instituto Francés de Estudios Anatolios, la eventualidad de un golpe de Estado no es una mera ficción en la Turquía del siglo XXI. "Se tiene la impresión de haber llegado a un nivel tal (de antagonismo entre el Ejército y el Gobierno) que o bien el Ejército se acostumbra y acepta retirarse del espacio político, o bien continúa preparando una desestabilización del poder para obligarlo a abandonar el escenario".

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