Varios aviones de combate no identificados bombardearon ayer los alrededores del hospital M10, uno de los centros más grandes en el este de la ciudad de Alepo. El ataque causó un muerto, un número indeterminado de heridos y el cese del servicio hospitalario.

La clínica fue alcanzada por dos barriles que contenían bombas de racimo, prohibidas internacionalmente. El hospital dejó de funcionar totalmente, después de que tuviera que suspender parcialmente sus servicios tras un bombardeo efectuado el pasado miércoles que alcanzó también otro centro sanitario.

El jefe de los servicios médicos en el este de Alepo, Abu Jaafar Kaheel, afirmó ayer que entre las víctimas no hay pacientes ni trabajadores sanitarios y explicó que los pacientes del hospital afectado fueron trasladados a otros puestos médicos.

El ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Marc Ayrault, destacó ayer que es "increíble" que las instalaciones médicas y su personal sean sistemáticamente el blanco de ataques. Ayrault exigió el cese de los enfrentamientos militares en Alepo y aseguró que París se empeña, en el seno del Consejo de Gobierno de Seguridad de Naciones Unidas, en finalizar el "drama inaceptable".

En el este de Alepo viven asediadas, aproximadamente 300.000 personas, que sufren una aguda escasez de víveres, agua y medicinas. Desde el domingo, han muerto en Alepo casi 340 personas, entre ellas 106 niños.

Varios grupos defensores de los derechos humanos acusan al régimen del presidente Bashar al Assad y a su aliada, Rusia, de atacar deliberadamente las instalaciones médicas del este de Alepo. Damasco y Moscú rechazan las acusaciones y sostienen que sus operaciones van dirigidas contra terroristas.