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La Asamblea Federal alemana elige al democristiano Wulff nuevo presidente

  • El candidato de Merkel, que sustituirá al dimisionario Horst Köhler, no logró la mayoría absoluta hasta la tercera votación · El resultado supone un enorme traspié para la alianza de gobierno de la canciller

El candidato propuesto por la canciller Angela Merkel, el democristiano Christian Wulff, fue elegido ayer presidente de Alemania por un periodo de cinco años en la tercera ronda de la Asamblea Federal, la Bundesversammlung.

Wulff, hasta ahora jefe de Gobierno del Estado federado de Baja Sajonia, no logró la mayoría absoluta necesaria en las dos primeras vueltas, lo que supuso un fuerte golpe para el Gobierno Merkel, gravemente debilitado y con un nivel de popularidad mínimo debido a la división interna respecto a temas como los drásticos recortes en el gasto público, las rebajas fiscales o la reforma sanitaria.

En la tercera votación, en la que sólo se requería una mayoría simple, la propuesta personal de Merkel, el candidato del Gobierno de centroderecha formado por democristianos (CDU), cristianosociales (CSU) y liberales del FDP, se hizo con 625 apoyos de los 1.244 escaños de la Asamblea Federal.

Su rival, Joachim Gauck, la ambiciosa y desafiante propuesta conjunta de la oposición ecologista y socialdemócrata -con un total de 462 escaños-, obtuvo 494 votos y, sobre todo, un larguísimo aplauso de la cámara. No tenía esperanza de ganar pero, para la oposición, el resultado de ayer fue un éxito histórico.

Wulff sucede así en el Palacio de Bellevue a Horst Köhler, ex director-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), que renunció inesperadamente el mes pasado después de recibir duras críticas por unas polémicas declaraciones en las que relacionaba las intervenciones militares alemanas en el exterior con la defensa de intereses comerciales y económicos.

El nuevo presidente, que pertenece al ala moderada de su partido y es considerado un conciliador, era el gran favorito al contar la coalición CDU/CSU/FDP con una cómoda mayoría en la Asamblea Federal: un total de 644 electores, 21 por encima de la mayoría absoluta.

Su elección era, por tanto, sencilla, pensaba Merkel, que estaba convencida de contar con un candidato casi seguro al ser éste uno de los políticos más populares del país. Pero en la votación efectuada en el Reichstag, la sede de la Cámara Baja del Parlamento alemán o Bundestag, Wulff fue castigado por numerosos electores de su propias filas, que se decidieron por otro candidato o se abstuvieron.

En la segunda vuelta sólo consiguió 615 apoyos. En la primera, aún menos, 600. Necesitaba 623. No pudo imponerse en dos ocasiones a Gauck, teólogo jubilado, pacifista y ex disidente de la extinta República Democrática Alemana (RDA), que obtuvo 499 votos en la primera vuelta y 490 en la segunda.

Gauck, responsable hasta el año 2000 de la celosa tutela de los archivos de la Stasi, se había convertido en el más querido entre los ciudadanos por su carisma y compromiso con la justicia, la democracia y libertad.

La tercera candidata, la periodista Lukrezia Jochimsen, lanzada por el partido de poscomunistas y socialistas desencantados La Izquierda (Die Linke), retiró su candidatura en la tercera votación, después de hacerse con 123 apoyos en la segunda ronda. Lo mismo hizo el del partido neonazi NPD, Frank Rennicke, con sólo tres votos. Ninguno de los dos tenía posibilidades reales de resultar elegido y al retirarse aumentaron las oportunidades de Wulff.

El sorprendente resultado de esta elección es un enorme traspié para la alianza de centroderecha de Merkel, que necesitaba urgentemente una mayoría absoluta para recuperar la credibilidad perdida por las graves peleas internas que desde hace semanas hacen temer por su continuidad tan sólo ocho meses después de haber empezado a gobernar.

La pérdida de apoyos de su propio bando no se interpreta como castigo para Wulff, sino para el Ejecutivo de Berlín. De hecho, no se descarta que provoque una crisis de Gobierno, aunque Wulff se esfuerce por convencer de que la elección presidencial es completamente independiente del futuro del Ejecutivo de Berlín.

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