Mundiales en el recuerdo

1970. Grandes selecciones, grandes partidos

Pelé celebra un gol con Jairzinho.

Pelé celebra un gol con Jairzinho.

Cuarenta años después de que el torneo se pusiera en marcha, México albergó en 1970 uno de los Mundiales de más calidad de la historia, si no el que más. Podría decirse que en los estadios mexicanos compitió el Brasil más brillante de siempre, el equipo de los cinco dieces (Jairzinho, Gerson, Tostao, Pelé y Rivelino) que fue fulminando uno tras otro a sus rivales. Y, claro, hablar del mejor Brasil equivale casi a decir la mejor selección de todos los tiempos, por encima de otras canarinhas como la del 58 o la que perdió en el 82 -Falcao, Sócrates, Zico, Eder, Junior...- y de selecciones tan principales como la Hungría del 54, la Holanda del 74 -curiosamente, otras dos perdedoras-, la Alemania también del 74 o, en fin, la España de 2010.

Y no es que Brasil fuera una selección redonda. No. De hecho, mostró a lo largo del campeonato cierta fragilidad defensiva -encajó siete goles en seis partidos-, aunque su poderío irrefrenable en ataque acababa con cualquier problema. 17 goles hicieron los cinco atacantes de la verdeamarela -todos los de Brasil menos el de Clodoaldo en la semifinal y el de Carlos Alberto a Albertosi en la final tras una jugada de fantasía- en un torneo en el que también se recuerdan dos genialidades de Pelé: el no gol al checoslovaco Viktor y la jugada en la que, tras dejar pasar el balón engañando al meta uruguayo Mazurkiewicz, su remate salió rozando el poste.

Brasil, claro está, protagonizó varios de los mejores partidos del Mundial. Fue espléndido el 4-2 a Perú en cuartos, en el que los incas dieron buena respuesta guiados por un gran Teófilo Cubillas. Vibrante e incierto el 1-0 a la Inglaterra vigente campeona, muy atractivos los partidos repletos de goles ante Checoslovaquia y Rumanía y, por supuesto, la final en la que la selección de Mario Lobo Zagalo derrotó a Italia por 4-1. Pero no fueron los únicos en un campeonato repleto de grandes encuentros.

Así, también resultó espectacular el 3-2 de Alemania a Inglaterra en cuartos, que Gerd Müller decantó en la prórroga (3-2) después de que Inglaterra llegara a ponerse con 0-2, y, sobre todo, la semifinal entre la propia Alemania e Italia calificada como el "partido del siglo". Un partido que un tanto de Schnellinger en el minuto 90 llevó a una prórroga en la que se marcaron cinco goles y que dejó una imagen para el recuerdo: la del kaiser Franz Beckenbauer, con los cambios agotados, jugando con el brazo en cabestrillo durante más de media hora.

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