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Marina Gallardo

"Todos tememos al dolor. La música me ayuda a canalizar esos miedos"

  • Uno de los mayores talentos musicales de la provincia regresa hoy a la inauguración de la fiesta

La música de Marina Gallardo comenzó como una colección íntima de referencias privadas y estructuras narrativas complejas poco usuales en el mundo de la música popular. Sin embargo, a pesar de su hermetismo y su timidez, consiguió fascinar al público de neuronas más gruesas de nuestra geografía. Tras presentar su segundo disco, Some Monsters Die And Others Return, en el Primavera Sound, vuelve a aterrizar en su ciudad de origen para presentar temas de su próximo trabajo, que parece abandonar la crudeza y la desnudez del anterior para meterse en el pantanoso universo de los órganos, las guitarras y la distorsión.

-La presentación de su primer disco coincidió justamente con el primer Monkey. Esta noche vuelve a actuar aquí, aunque esta vez en la fiesta de presentación. ¿Qué ha cambiado en estos dos años?

-Muchas cosas. Isidro entró en la banda como bajista, ahora somos cuatro. Y desde entonces no he hecho más que componer canciones. Decidí que me sentía más cómoda tocando en directo las canciones que iba componiendo sobre la marcha. No me gusta que las canciones pasen a ser cosas estáticas, me gusta seguir tocándolas y vivirlas como el primer día que las compuse. Así que voy cambiando el repertorio.

-Por directos como el del Primavera Sound, parece que sus nuevos temas escapan de la desnudez de su disco anterior.

-Hay una gran distancia entre las canciones anteriores y las nuevas. El sonido, la estructura, los instrumentos, la forma de cantar y componer, la presencia de baterías... He ganado seguridad en muchos aspectos y disfruto mucho tocando con mi banda. Son mis grandes amigos.

-Hemos podido verla incluso defendiéndose sólo con un teclado sobre el escenario.

-Desde hace unos años tonteo con el piano, pero hasta hace dos no empecé a tomármelo en serio y a usarlo para componer. Quería probar con un instrumento distinto a la guitarra, abrir la cabeza a otras estructuras... El piano es un instrumento que me da libertad para traspasar directamente las melodías que se me van ocurriendo. Para mí, que compongo gran parte de mis canciones en base a la voz, es un instrumento perfecto. También he compuesto algún tema con batería.

-Dada la intimidad de su música, su tendencia a relatar pesadillas recurrentes , ¿no le resulta difícil compartir estas intimidades con gente anónima?

-No me cuesta expresar lo que soy; de otra forma, no sería honesta con lo que escribo o compongo. No sería yo. Escribo esas cosas porque lo necesito. La música me va dictando la letra, o la letra me va dictando la música. Supongo que te refieres a una de las nuevas canciones, Recurrent Dream, en la que mi madre y yo tenemos un accidente de coche, caemos al mar y tomo conciencia de que se va a morir. Todo el mundo le tiene miedo a la muerte o al dolor. Sea la tuya propia o la de alguien que quieres. La música me ayuda a canalizar esos miedos. No lo hago pensando en la gente.

-A su amor por el blues de raíces se ha unido ahora el amor por el reggae. ¿La veremos con rastas y bandera jamaicana?

-(Risas) Bueno, parece que al final todo se reduce al amor que siento por la música negra. Mi amor por el reggae comenzó cuando empecé a interesarme por su sonido y sus texturas. Eso me llevó al dub, a King Tubby, Lee "Scratch" Perry o Gregory Isaacs. Son sonidos asociados al reggae, pero se centran en la experimentación con delays, efectos que consisten en la multiplicación y retraso modulado de una señal sonora. El resultado son canciones hipnóticas, repetitivas, insistentes y envolventes. El reggae es una música tan física que parece que se hace y se escucha con el cuerpo. Tras el dub, me empecé a interesar por todo lo que se hizo en Jamaica: el primer ska y el reggae más pop. Y después de un gran buceo por autores clásicos como Prince Buster o Toots & the Maytals, me topé con Burning Spear. Burning Spear es, sin duda alguna, mi favorito entre favoritos. Es como el blues dentro del reggae, su voz es increíble.

-Y, para concluir: ¿cuál es su filósofo favorito? ¿Y por qué?

-Supongo que Schopenhauer. Él explica que la vida es sufrimiento porque el hombre está condenado a desear siempre, sin motivo, porque sí. Cuando cumple un deseo vuelve a desear otra cosa, por lo que siempre estaremos incompletos e insatisfechos. La condena es aún más dura porque esperamos que cumpliendo nuestro deseo seremos felices, dando lugar a un sufrimiento cada vez mayor. Esto lo provoca, al fin y al cabo, la conciencia. El arte permite alejarnos por un tiempo de la conciencia que nos provoca el sufrimiento.

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