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clásica

Un violín en la tormenta

  • Francesco Parrino presenta las sonatas para violín del singular compositor ucraniano emigrado Leo Ornstein.

Nacido en Ucrania en 1893 o 1894, Leo Ornstein fue un verdadero enfant terrible de la música estadounidense del primer cuarto del siglo XX. Cuando su familia se trasladó a América en 1907, huyendo de los pogromos rusos contra los judíos, Ornstein tenía ya fama de prodigio del piano. Hacia 1915 se había convertido en Ornstein, el terror de los teclados por su estilo virtuosístico y agresivo, su música llena de disonancias (que incluía títulos como Suicidio en un aeroplano o Danza de los hombres salvajes) y el empleo del clúster, una técnica pianística de la que se le considera coinventor junto al californiano Henry Cowell, consistente en tocar tres o más notas contiguas del piano pulsándolas enérgicamente con la mano, el puño o el antebrazo. Durante al menos una década sus conciertos eran seguidos por un público enfervorizado que se subía incluso al escenario para no perderse sus exhibiciones, rozando a menudo la histeria. A mediados de los años 20 la fama de Ornstein fue pasando tal y como había venido. Fundó entonces una escuela en Filadelfia y siguió componiendo (poco), hasta que su redescubrimiento en los años 70 volvió a impulsar su afán creativo hasta poco antes de que muriera, ampliamente centenario, en el año 2002.

Aunque no es músico en absoluto popular, hay abundantes referencias discográficas con la música de Ornstein, sobre todo con sus piezas para piano, pero yo no conocía ninguna grabación de sus tres sonatas para violín, las dos primeras escritas en torno a 1915, la tercera, en un solo movimiento, en fecha indeterminada de los años 20, de cuando data también la Fantasía hebraica, escrita en 1929 para el 50 cumpleaños de Alfred Einstein (célebre musicólogo, hermano del famoso científico), quien el día de su estreno pasó las páginas del compositor, que se sentaba al piano. El italiano Francesco Parrino las rescata para Brilliant. Acompañado por la joven pianista belga Maud Renier, compagina a la perfección el lirismo que parece connatural a su instrumento con los recursos modernistas de una música que en cualquier caso no se encuentra entre la más desafiante, ni en virtuosismo ni en audacia, de su tiempo. El disco se completa con tres piezas para flauta y piano escritas entre los años 50 y 70 que toca, también junto a Renier, Stefano Parrino.

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