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La memoria de las emociones

  • Elgar / Carter: 'Concierto para cello'. Alisa Weilerstein, cello. Staatskapelle Berlin. Daniel Barenboim. Decca (Universal).

Cuando el compositor neoyorquino Elliott Carter falleció el 5 de diciembre pasado, a solo seis días de cumplir 104 años, era ya una leyenda de la música. Del neoclasicismo de sus inicios al eclecticismo de sus últimos años, la obra de Carter atraviesa el último siglo con una personalidad y una vitalidad imponentes que supo mantener hasta sus postrimerías. Su Concierto para cello (2001) es la obra de un hombre de 93 años que no ha dicho aún su última palabra ni pretende hacerlo: dividido en siete secciones que suenan sin solución de continuidad hay en él una energía dramática en permanente transformación; la música bulle, se retuerce, sonríe, se extasía, se expande hasta un final sorprendentemente abierto. La joven Alisa Weilerstein debuta en Decca con una versión de la obra de poderosísimo aliento, que Daniel Barenboim, uno de los mejores divulgadores de la música orquestal del americano, refuerza con un sonido acerado, directo, sin concesiones.

¡Cómo de sugerente resulta escuchar a Barenboim dirigiendo una vez más el Concierto de Elgar, la obra de la cual su primera esposa, la inolvidable Jacqueline Du Pré, dejó testimonios de un arte que aun hoy parece sobrepasar todo lo humano! Weilerstein no parece en cualquier caso impresionada por la circunstancia y ataca la pieza con un ímpetu juvenil diríase casi lujurioso, que luego se hace arrasador lirismo en el trascendido Adagio. El maestro argentino da sentido y hondura al hermoso sonido de la solista, ancho, corpóreo, con un acompañamiento cálido, de asombrosa claridad y planos perfectamente delimitados. El conjunto resulta de una intensidad tan ardiente como conmovedora. Acaso para evadirse de tantas emociones, el Kol Nidrei de Bruch que se ofrece de bonus está dicho con la ligera elegancia de las romanzas.

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