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Cultura

Silverio Franconetti, un pionero que pide una mayor reivindicación

  • El rigor teórico en el estudio del flamenco está derrumbando argumentos históricos basados en anécdotas sobre aspectos como el origen de las cabales

En el flamenco hay quienes, en su papel de flamencólogos, han solido dar categoría de certeza incuestionable a cualquier anécdota pintoresca sobre la creación de un determinado cante. Uno de los casos que hace años motivaron numerosos debates y discusiones bizantinas fue el de la soleá etiquetada como del Charamusco que grabó Antonio Mairena en su disco póstumo El calor de mis recuerdos, en 1983. Ha sido costumbre en ciertos escritores quedarse sólo en el dato anecdótico sobre cualquier aspecto relacionado con el flamenco; en el caso de la génesis y desarrollo de los cantes ha sido habitual escuchar "esto es así por que me lo contó Zutanito". Con esta insostenible premisa, y otras de parecido calado, se han escrito muchos capítulos de la historia de este arte, que por fortuna van corrigiéndose con rigor teórico.

Un claro ejemplo de este tipo de mistificaciones en el cante es el referido al origen de las cabales. Algunos autores han sostenido que el creador de este palo fue El Fillo (siglo XIX), detallando el porqué se le llamó a este cante "cabales". Para argumentar esta autoría recurren a la anécdota. Se trata de un episodio biográfico de este cantaor, de cuando recibió del célebre torero Paquiro una moneda como pago de su cante y resultó que ésta no era cabal. El Fillo le echó en cara al torero que lo que había cantado sí había sido cabal, pero su moneda no. Fue suficiente este suceso para que muchos hayan afirmado que el nombre del cante por cabales surge en aquel incidente, siendo su creador El Fillo.

Cuando algunos estudiosos pusieron en cuarentena el origen y la paternidad de las cabales y sacaron a relucir el nombre de Silverio Franconetti (1831-1889, según José Blas Vega), la respuesta de la flamencología auspiciada por el tándem Antonio Mairena/Ricardo Molina fue contundente y tendenciosa: "Ahora bien, Silverio divulgó estos cantes dulcificándolos para conquistar al público de su sevillano Café Cantante".

Resulta interesante y esclarecedor seguir la pista de este estilo, al menos a través de la discografía, que es el único testimonio sonoro del que disponemos. En 1960 graba Pepe Torre en la Antología del cante flamenco y cante gitano unas seguiriyas que atribuye a El Planeta: "A la luna le pío / la del alto cielo...". En esta grabación de Pepe Torre se aprecia un estilo muy ligado, con tonalidades que recuerdan a las cabales. En la misma antología graba Mairena "seguiriyas cabales de Silverio", olvidándose el cantaor en esta ocasión de citar a El Fillo, pudiéndose constatar detalles de esquema idénticos a la seguiriya cantada por Pepe Torre. En las dos versiones late un mismo espíritu e intencionalidad en concretos pasajes del desarrollo melódico, acentuados en la resolución del cante. En una de las varias seguiriyas cabales de Silverio se aprecia una evidente semejanza con la primitiva seguiriya atribuida a El Planeta y que resulta ser una proyección enriquecida musicalmente de las tan cacareadas seguiriyas cabales de El Fillo, cantaor bastante más joven que Silverio, ya que nació en 1850.

Podemos seguir el hilo conductor de esas cabales a través de Silverio y no de El Fillo. El rastro lo dejan sus discípulos y seguidores, los cuales tuvieron en el cantaor de ascendencia italiana toda una vasta fuente de información musical y las claves para el desarrollo del flamenco en pleno siglo XIX. Se trata de una amplia lista de intérpretes gitanos y no gitanos que encontraron en Silverio el modelo a seguir, copiando unos, proyectando y personificando otros. Algunos tan míticos para Mairena y Molina como Manuel Cagancho, Enrique Ortega o Curro Durse.

Gracias a Silverio las cabales adoptan versiones sumamente atractivas, entre otros aspectos por los complejos contrastes tonales que presentan, como las que dejó grabadas en las 78 revoluciones El Pena hijo. Cabales que adquieren un especial encanto en la versión que grabó El Chaqueta en el 1954. Estilo que en 1967 graba Sernita, "moritos a caballo, cristianos a pie", alcanzando la culminación de densidad y austeridad flamenca que puede adoptar este cante. Con Silverio Franconetti asistimos al punto de partida en la recreación de muchos cantes a los que se les han querido buscar orígenes y antecedentes basados únicamente en la simple anécdota.

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