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Prima donna con batuta

  • Nathalie Stutzmann debuta en Deustche Grammophon como solista y directora en un monográfico Vivaldi

Vivaldi: Primma Donna. Nathalie Stutzmann, contralto. Orfeo 55 Deutsche Grammophon (Universal)

A pesar de su inicio tardío en el género (Ottone in villa a los 35 años es su primer trabajo teatral conocido), Antonio Vivaldi fue uno de los grandes operistas de la primera mitad del siglo XVIII. Siguiendo los parámetros estilísticos de la época, la música lírica del prete rosso es de una notable brillantez virtuosística, pero la personalidad del músico se revela en algunos importantes detalles, como la riqueza de la instrumentación o el papel relevante concedido a las voces femeninas y a los tenores (frente al dominio generalizado de los castrati en todas las escenas europeas), hasta el punto de que las contraltos dominan como protagonistas buena parte de sus óperas, tanto en roles femeninos como en masculinos.

La cantante francesa Nathalie Stutzmann, una de las pocas solistas habituales del universo barroco a la que puede atribuirse categoría de contralto, presenta en este original recital un recorrido por arias (algunas inéditas) que Vivaldi escribió para diversas contraltos de su tiempo, como Chiara Stella Cenacchi, Angela Zanucchi, Anna Vicenza Dotti, Anna Maria Fabri, Maria-Maddalena Pieri, Anna Maria Faini o, por supuesto, Anna Girò, su pupila predilecta (algunos opinaban que demasiado predilecta para ser el maestro un sacerdote católico). Stutzmann debuta también discográficamente como directora de un conjunto que ella misma creó en 2009, Orfeo 55, que ofrece además algunos ritornelos instrumentales y la sinfonía de apertura de L'Olimpiade. Además de fragmentos de óperas (Orlando furioso, Semiramide, Arsilda, Tieteberga, Giustino, L'Olimpiade, L'Atenaide...), el disco incluye dos arias de la Juditha Triumphans, el excepcional oratorio escrito para el Ospedale della Pietà en 1716, destinado por tanto a las pupilas de la institución, Caterina, en el caso de estas arias.

La capacidad de Stutzmann para moverse entre distintos registros expresivos se aprecia perfectamente en las dos arias de la Juditha: el carácter tempestuoso de Agitata infida flato, que abre el CD, se remarca con una interpretación ardorosa y extrema en contrastes, de acentos como puñales (lo que se repite por cierto en los fragmentos puramente instrumentales del CD), mientras que la dulzura y la sensualidad de la frase domina en Transit aetas, con su mandolina y sus violines en pizzicato como acompañamiento. El color oscuro y la hondura de los graves dan a páginas como Io sento in questo seno de Arsilda el tono de dolor fatalista que expresa el texto, pero otro par de arias de la misma ópera (la sutilmente quejumbrosa Del goder la bella speme o la ligera Cara gioia), sirven para apreciar que Stutzmann es también capaz de sacar de su voz una paleta de colores más amplia de lo que habitualmente se reconoce. Con todo, es Sovvente il sole de la Andromeda liberata el momento más impactante de todo el disco, con su tono de plácida beatitud y su violín obligado vibrando en la misma onda que la voz de la contralto francesa, que se mueve aquí por un registro amplísimo con imperial autoridad.

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