Coincidieron en ese grupo a la medida que registró el álbum Verdeo (NewSteps, 2014), una noción vinculada con "nuestra tradición campesina andaluza y su carácter evocador en cuanto que el proyecto suponía un reverdecer, un reflorecer de la música de la que partía", en palabras de Luis Balaguer. Aquel quinteto, al igual que otros proyectos del guitarrista gaditano, refrendó la jerarquía de las fuentes - no estrictamente musicales- en una oferta alimentada esencialmente por el jazz y el flamenco. Distante de los tópicos, la música de Balaguer exhibía una eficaz comunión entre el discurrir melódico, la dominante armonía y el marco rítmico, dispuesta a apelar tanto a reminiscencias como a sugerencias.

Aquella alianza deparó excelentes resultados y Balaguer quiso recuperar tan dulce estado, focalizándolo en el empaste de su guitarra española con el vibráfono de Arturo Serra. Una combinación instrumental singular aunque no exenta de trampas y dos veteranos cuyas sólidas trayectorias también estrechaban lazos desde el prisma docente.

Su coalición se suscribe ahora en Un viento, que da rienda suelta a la partitura del gaditano -autor de ocho de los nueve temas del álbum- a través de un recorrido expandido sobre la estructura de patrones flamencos como la bulería (Siempre y nunca más o Malvas reales), el tanguillo (Espejismo del agua) o la soleá (Mira las rosas) pero que evita la previsibilidad y el manierismo. El cierre corre a cargo de una adaptación de A Flower Is Not A Flower de Ryuichi Sakamoto que condensa en su serenidad muchas cualidades de esta propuesta íntima y acogedora. Una colección de canciones que trasciende su delicada epidermis para calar en el oyente, reforzada por una luminosidad poética compartida con la obra de Claudio Rodríguez de la que toma su título.