Cada vez que Lou Reed ponía un pie en España dejaba constancia de su profunda admiración por Federico García Lorca. Estuvo dos veces en Granada, la primera en octubre de 1998, con una  actuación en la Huerta de San Vicente ante un auditorio selecto de 300 personas. Con un caché de más de seis millones de las antiguas pesetas y las entradas a 3.000, la ciudad se enfrascó en una de sus agrias polémicas por lo que mucha gente consideraba un acto elitista. Informado por Laura García-Lorca, el músico neoyorquino  propuso como solución ofrecer el mismo viernes otro concierto gratuito en la calle, un acto de generosidad del, a veces, irascible artista.

Por último, Reed cedió todos los derechos para que el concierto fuese retransmitido, íntegro y en directo, por Canal Sur. Antes, Reed tocó en la intimidad la guitarra del poeta. "Quiero una exactamente igual que ésta para el resto de mis días", dijo Reed en la Huerta de San Vicente, para admitir a continuación que llevaba sus versos "dentro del corazón". Estaba previsto que Reed adelantase algunas canciones sobre la obra de Lorca en las que estaba trabajando, pero al final optó por su repertorio clásico.  "Creo que no se atrevió", confesó a Laura García-Lorca, "porque en su propia música va ya implícita la voz del poeta". Su siguiente presencia en la ciudad fue en 2003 y, en esta ocasión, fueron más los afortunados que pudieron verle en directo en el Palacio de Congresos. Pero no perdía de vista al autor de Romancero gitano aunque actuase en Barcelona. De hecho, en 2008, y coincidiendo con la excavación que buscaba los restos del poeta, sorprendió a los periodistas preguntándoles si estaban a favor o en contra de la exhumación de sus restos. Interrogado por la literatura española respondió, sin titubear, que se quedaba con Cervantes y con "Lorca, Lorca, Lorca".