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Cultura

Dame calidad

  • La segunda jornada 'callejera' en el Monkey Week, de nuevo en lucha contra el calor, deja conciertos estupendos y uno inolvidable, el de All La Glory

Álvaro Suite, a la izquierda, y Juano Azagra, durante el concierto de All La Glory.

Álvaro Suite, a la izquierda, y Juano Azagra, durante el concierto de All La Glory. / Javier Rosa

Como nos contaban y cantaban hace tiempo los inigualables Ciudad Jardín, en términos de música pop el concepto calidad adquiere una elástica cualidad: una banda técnicamente insolvente puede facturar una maravillosa canción más que capaz de tocarte la fibra y, por contra, un grupo integrado por ejecutantes de primer nivel puede resultar ineficaz a la hora de provocar la menor emoción. ¿Qué ocurre entonces cuando una formación de músicos impecables propone a su público una inmaculada colección de canciones redondas? Básicamente, el acabose, la entrega incondicional de los ya seguidores y la rendición sin paliativos de quienes pasaban por allí y terminaron bailando.

Pero no adelantemos acontecimientos que llegarán al final de esta crónica, necesariamente incompleta, de la segunda jornada callejera en el Monkey Week, la del viernes, de nuevo con el calor convertido en ese indeseable personaje secundario empeñado en robar plano a los auténticos protagonistas.

Los gallegos Bifannah luchan contra él en el escenario Happy Place X, el de la pista de coches de choque, a eso de las seis de la tarde. Es evidente que no son las condiciones idóneas para disfrutar de los cortes de Maresia, su primer álbum, editado este mismo año, un disco abonado a esa vertiente del perenne revival psicodélico que rehuye atisbos de contemporaneidad para satisfacerse en el canon sesentero. Con todo -contra el calor, repito-, pasan con nota alta.

Mientras en la misma pista los madrileños The Wilds tiran con contundencia de otro revival inagotable -en su caso, el garage rock-, el Fun Club experimenta su primer lleno abarrotado con el dúo catalán Cala Vento. Otra vez la fórmula guitarra, batería y voz -formación para tiempos de crisis: de la necesidad, virtud- manejada con soltura en un repertorio urgente, por momentos abrasivo y siempre, de una u otra manera -ese estribillo, esa melodía…-, definitivamente endulzado. No extraña su poder de convocatoria, ni entre quienes consiguieron entrar ni entre el centenar largo de espectadores que se quedó en la puerta y con la miel en los labios.

Hablando de abrasión… De vuelta en el Happy Place X -a estas alturas ya lo habrá comprobado: uno de los escenarios con mejor sonido de todo el festival-, los zamoranos El Lado Oscuro de La Broca activan el modo martillo pilón y trituran a velocidad de vértigo todas esas referencias comprendidas entre el krautrock y el noise, post-punk mediante. La pista se despeja con tanta vehemencia, pero quienes gustan -gustamos- de semejantes andanadas resistimos felices.

Los cómodos sillones del Obbio -mención obligada: su sonido ha mejorado mucho, mucho respecto a la primera edición sevillana del Monkey Week- proporcionan un mínimo rato de reposo a quien suscribe, pero sólo a él: el público congregado por los barceloneses El Último Vecino baila encantado con ese indisimulado y efectivo catálogo de referencias ochenteras -y básicamente españolas- que configura un más que atractivo repertorio: hits potenciales ahora o hace treinta años, como Una especie de costumbre, con guiño a la escena actual (esa ya célebre versión de Mi chulo de La Zowi, claro).

Cerca de las diez de la noche, y con la temperatura dando una mínima tregua, Quentin Gas & Los Zíngaros enfrentan en el escenario principal, el Ron Contrabando, con acceso libre, una sonorización no demasiado fina que en parte desluce el brillo de las canciones de Caravana. Hay que situarse a no más de diez metros del escenario si uno quiere sentir la pegada. Desde ahí también se aprecia mejor la proverbial entrega de Quintín Vargas y su banda, que remontan hasta encandilar a buena parte de la audiencia con su puesta al día, otra vez en clave psicodélica, de los parámetros del rock andaluz.

Punto final sobre esas mismas tablas a la completa jornada del viernes, con el circuito de salas y bares funcionando ya a pleno rendimiento, lo de All la Glory fue justo lo que le anunciaba al principio: apoteósico. La banda sevillana liderada por Juano Azagra, enciclopedia musical andante, soberbio guitarrista, gran cantante y enorme compositor, fue un concierto sin fisuras, sin altibajos, un completo tour de force por el que cayeron en cascada muchas de esas magníficas canciones incluidas en el segundo álbum del grupo, Everybody's Breaking Everybody's Heart, algún rescate del primero -incluida la deliciosa Runaway Girl, que gana ahora enteros en la perfecta voz de Pilar G. Angulo- y hasta alguna versión -oh, sorpresa: el Dreams de Fleetwood Mac, de nuevo con Pilar embelesando al numeroso personal-.

Una conjunción astral de músicos -Juano, Pilar, el bajista Fran Pedrosa, el guitarrista Israel Diezma y el baterista Manuel Martínez-, un invitado ilustre -Álvaro Suite, a las seis cuerdas en la banda de Enrique Bunbury- y un técnico capaz de sacar todo el partido posible al equipo disponible -Ale Barranco, sonidista de cabecera de Tote King- fueron los factores aliados con ese repertorio imbatible que, de principio a fin -otra versión, Talking in Your Sleep, de The Romantics-, conspiraron para convertir su concierto en el más emocionante de todos los vistos a lo largo del día. De verdad: inolvidable.

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