Política

Virginia Pérez, la Thatcher del Sur

Virginia Pérez, la Thatcher del Sur

Virginia Pérez, la Thatcher del Sur / Rosell (Sevilla)

SE ha quedado de única mujer al frente de una estructura provincial del PP en toda Andalucía, y miren ustedes que tenemos provincias. A esta Virginia Pérez, mitad Dora Exploradora, mitad Thatcher del Sur, le han cogido jindama quienes están acostumbrados a la libreta azul, el dedazo, el ordeno y mando y que las cosas se decidan en la mesa de camilla de siempre. Una carrera política no responde a una hoja de ruta, sino a un cúmulo de circunstancias cambiantes cada diez minutos. Por eso algunos aplican a conciencia eso de que hay que estar a costa de lo que sea, porque no estar significa estrenar directamente el pijama de pino.

La mejor definición de Virginia Pérez se la oí a un tipo todavía joven, pero que es todo un zorro en las filas del PP sevillano: “Javié nos ha usado a todos antes o después, pero ella es la única que ha usado a Arenas”. Se refería, claro, al congreso donde fue elegida presidenta por primera vez, impulsada por el maestro de todos, el más inteligente y el que más ha brillado en Madrid: el maestro Arenas, como le decía Pablo Casado. Es muy probable que sea verdad, pero desde luego la Pérez no lo hizo a conciencia, le salió así. Y cuando Javié quiso cambiar el rumbo del barco, ella dijo que no, que ella tenía ruta propia y que carecía de padrinos.

Ahora le han dicho que José Luis Sanz debe pasar de alcalde de Tomares a alcalde de Sevilla. Yya está en ello, a pesar de los peligros que encierra la travesía. Aquí la clave es qué quiere ser ella de mayor, porque no hay político sin ambición, ni palo sin nata. Qué horror de nata, por cierto. A José Luis lo vemos poco, salvo en Semana Santa, cuando parecía Antoñito Procesiones de la de templos que ha visitado. Pero lo vemos poco en las cosas de partido. Será porque hay turbulencias y se está más cómodo camuflado y protegido en el regazo de la corajuda presidenta. Este Sanz sabe que sin el partido no se va a ningún sitio, que Génova está a 550 kilómetros y que la sede provincial está a golpe de taxi. La regional estará más pronto que tarde metida en ambientes electorales y, por lo tanto, concentrada en su propio futuro, que en el mejor de los casos será gobernar con los de Vox. “¡Marrrditos roedores!”. Ya estoy viendo a mi Elías, un santo sin cofradía, referirse a los de Vox con voz meliflua.

Sanz hace bien en haber elegido la madrina adecuada, porque hacen falta agallas, muchas agallas, para ganar dos congresos a cara de perro y enfrentarse a la primera estructura regional del PP que habita en San Telmo. Ni la propia Virginia Pérez es consciente de su fuerza. Por eso tantas veces nota el frío del éxito, como describía el cardenal Amigo esa soledad que siente quien ha llegado a la cima.

Ahora llegará el 4 de mayo y se verá la fuerza real de los genoveses. Pasarán los últimos congresos provinciales, los meses de verano y se proclamarán los candidatos en las grandes capitales. ¡Una eternidad, toda una eternidad en política!, que diría el gran Pepote. Y entonces empezará el gran reto de Pérez: recuperar la Alcaldía de Sevilla para el PP, para Génova, para el centro-derecha andaluz. Esa Alcaldía que a los chicos de Junts x Málaga (un día tenemos que dar la lista detallada, de los halcones y de los suavones en sus diferentes parcelas) le importa menos que a mi los resultados de la Segunda División, pero que Casado necesita para sus propios logros. Ahí empezarán otro tipo de peligros. Y Sanz tendrá que salir del regazo y enfrentarse directamente a ellos, siempre y cuando desde la andaluza no intenten menearle el puesto con algún candidato de última hora de esos que achicharran con la misma visión de un lince atropellado. ¡Ustedes no descarten nada porque cada vez disimulan menos!

Nunca olviden los comienzos políticos verdaderamente serios de Sanz, que fue cuando se presentó por primera vez a la Alcaldía de Tomares, en aquel tiempo en que Arenas mandó a sus muchachos a lograr territorios de poder en la provincia. Sanz barrió en el Pozuelo de Alarcón sevillano gracias a una propuesta de construcción de un teleférico entre la localidad y la capital. Nunca hubo teleférico porque la Junta ni se molestó en estudiar el proyecto. Y menos que lo hará ahora. Pero el PSOE tomareño no ha vuelto a oler la Alcaldía desde entonces, que era de lo que se trataba.

A Sanz lo lleva ahora la presidenta protegido como un bebé en tiempos de zozobra, justo cuando los señores de Junts x Málaga intentan que el PP de Sevilla note el rechazo y la falta de bendición oficial. Desafiar al poder establecido genera problemas. Pero también prestigio y respeto. Tampoco el presidente Moreno ha dado la cara en público por el bueno de Juan Ávila, ¿o me lo he perdido como se me fue el último capítulo de Kunta Kinte?

La segunda mejor definición de Virginia Pérez se la oí hace años a ella misma en Casa Román, donde los huevos fritos con jamón del gran Antonio Castro: “Mire usted, no nos conocemos de nada, pero quiero que sepa que no tengo padrinos. Yo no llegué al PP ni por Arenas ni por nadie en particular. Voy sola”.

Y la tercera me la dieron el pasado Martes Santo, cuando la definieron como “incorruptible”. Por eso le tienen tanto miedo, porque sabe demasiado de casi todos, está en el puesto con acceso a todo e, insisto, no se sabe a ciencia cierta qué quiere ser de mayor. Ahora lleva protegido a Sanz (Oseluí, que diría el eurodiputado Zoido), pero más pronto que tarde tendrá que pronunciarse sobre ella misma. Para entonces seguro que seguirá sin padrinos, pero sí con esa guarda pretoriana que lleva años ofreciéndole lealtad.

En tiempos donde ya no hay emperadores que te asciendan, ni libretas azules, ni palios que te cobijen, solo se puede alcanzar una meta con carácter o, como el mismo Moreno decía tras las autonómicas, con una carambola. Ustedes saben el dicho de que se puede hacer de todo en política menos el ridículo. A la presidenta del PP de Sevilla, los suyos le tratan ahora de hacerle un cordón sanitario en el propio Parlamento, pero ya llegarán las autonómicas, cuando hagan falta todos los brazos trabajando para el objetivo común. Están ahí, a la vuelta de la esquina. Y el peligro de Moreno no es el PP de Sevilla: son los enemigos gratuitos que le provoca su consejero de Presidencia y... Vox. En el mejor de los casos, el neomoderado se las tendrá que ver cada día con las huestes de Abascal. Ya no quedarán para entonces torrijas de Marín,el bizcochable. Tan sólo los dedos pringados de miel como un recuerdo quizás agradable. El carácter es siempre una garantía. Lo demás es jugar a la lotería.