El plan Erasmus lleva 34 años en funcionamiento en Europa. Más de nueve millones de experiencias diferentes en los más de 9 millones de usuarios que se han acogido a él para cursar parte de sus estudios en un país de la Unión Europea. Y la creación de lazos inquebrantables como demuestran el más de un millón de bebés que han nacido fruto de parejas que se han conocido cuando al menos uno de los dos estaba disfrutando de la experiencia.

Y Málaga sigue siendo uno de los destinos más atractivos para los estudiantes europeos año tras año. El curso pasado, como en todo, fue un pequeño traspiés del que aún se está intentando volver a recuperar el ritmo. Si en 2019 llegaron 1.680 estudiantes foráneos, en 2020 la cifra se redujo a 640 alumnos entrantes. Este año las cifras siguen algo distantes con respecto al último año pre pandemia, la previsión es que este año 1.146 estudiantes de otros países cursen sus asignaturas en la Universidad de Málaga.

Y no sólo se nota la influencia del coronavirus en el número de estudiantes, sino que también ha cambiado en cierta manera la dinámica. Si normalmente los estudiantes solían venir en mayor cuantía durante el primer cuatrimestre, este año es durante el segundo, en espera de que las restricciones terminen de eliminarse y vivir la experiencia con la mayor normalidad posible.

Este curso se espera que lleguen más de 1.000 estudiantes de otros países de Europa

En cuanto a los malagueños que hacen las maletas, cogen el petate y se van a estudiar Europa, el número de este año es muy similar al de los años previos al Covid. Si en el curso 2018/2019 fueron 1.029 los estudiantes que embarcaron en otra universidad y en el 2019/2020 fueron 1.045, este año son 992. En 2020 fueron 462 los alumnos que volaron fuera para hacer el curso o parte de él. Los malagueños se han demostrado con más arrojo a la hora de volver a la normalidad.

La ESN (Red Erasmus europea por sus siglas en inglés) es la asociación que acoge, facilita y da vida a los estudiantes que vienen de intercambio a ésta y a tantas otras ciudades a lo largo y ancho de Europa. Su lema, once Erasmus, always Erasmus (una vez eres Erasmus, eres Erasmus por siempre) resume el sentimiento de tantos estudiantes que pasan por el programa.

Uno de sus organizadores en Málaga, Miguel Oñate, asegura que la actividad está algo más cerca de volver a la normalidad. “El año pasado, con las restricciones intentamos mantener reuniones por videollamada y hacer actividades al aire libre, pero acababan cinco o seis personas en ellas, este curso hemos vuelto a rozar la treintena de los 50 ó 60 que podíamos ser antes de la pandemia”.

El grado de afiliación a la asociación ha descendido hasta un “30 o 40% de la cantidad que teníamos en 2019”, asegura Oñate. Pese a ello ha visto en los Erasmus una predisposición enorme por venir a disfrutar de la ciudad. “Quizás los alumnos que llegan del norte de Europa (donde las restricciones son menos estrictas) se sienten más extraños al tener que usar mascarilla, pero se están adaptando bien y todos tienen muchas ganas de vivir la ciudad”, asegura Oñate.

Dos de los estudiantes que llegan este curso para vivir la experiencia en Málaga son Denisa Lamkja y Elisa Cavazza. Ambas son italianas, Denisa llega de Pisa, en el centro de Italia y Elisa de Veneto, al norte. Ambas miraron a Málaga con buenos ojos desde el primer momento, compañeros les habían contado maravillas de España y en Málaga se juntaba todo lo que querían, cultura, buenas comunicaciones, un tiempo excelente y una comunidad Erasmus asentada. No han empezado aún las clases, pero ambas llegan con muchas ganas. Denisa viene a estudiar Filología Hispánica y Elisa va a cursar Estudios Ingleses y Turismo. “Tengo muchas ganas de empezar”, resume Denisa.

Miguel Oñate lo tiene claro. Durante todos estos años las comunidades de erasmus más numerosas en la ciudad de Málaga son, por este orden, italianos y polacos. Después toman fuerza los franceses, alemanes y alumnos de países nórdicos, aunque se está haciendo muy importante también la comunidad de surcoreanos, gracias a los acuerdos de la Universidad de Málaga con distintas instituciones del país asiático. Este dato no es extraño, junto con España, Italia es el país que más estudiantes envía a cursar el año académico o parte de él en otros países europeos.

Italianos y polacos, las comunidades Erasmus más numerosas

Las claves son fáciles de entender cuando se le preguntan a Denisa Lamkja y a Elisa Cavazza. Ellas, que vienen a estudiar el año completo a Málaga coinciden “nos han hablado muy bien de España otros estudiantes, el clima es bueno, las universidades son de referencia y tiene buenas comunicaciones”, aseguran. Pero no sólo eso “estudiantes de otros años me habían dicho que se disfruta de la fiesta”, comenta entre risas Elisa.

Porque, no se puede olvidar que el Erasmus es un año de estudios, pero parte de su éxito es la integración mediante el ocio, también el nocturno. Es por eso que la ESN acostumbra a tener convenios no sólo con entidades culturales y organizar viajes a lugares cercanos como Sevilla o Ronda, además de los que organiza la propia universidad. También organizan fiestas, cenas o intercambios de idiomas, “donde los estudiantes se conocen y disfrutan”, asegura Miguel Oñate.

Este año y a la espera de que las restricciones terminen por eliminarse están teniendo más problemas para organizar estos eventos. “Nos centramos en los tours para mostrarles la ciudad o actividades al aire libre en las que se puedan cumplir las medidas que impone la Junta de Andalucía”. Pese a ello y a no haber iniciado las clases, las dos Erasmus lo tienen claro, están expectantes para comenzar a vivir Málaga cuanto antes.