Pasarela

La rehabilitación, el refugio final de las estrellas caprichosas

  • Jesse James, el infiel marido de Sandra Bullock, se une a una 'moda' cuyo último adepto ilustre fue el golfista Riger Woods.

Con la misma previsibilidad que un guión taquillero de Hollywood, Jesse James, el marido infiel de Sandra Bullock, entró en un centro de rehabilitación. James ingresó en el centro de Sierra Tucson, en Arizona, después de que cuatro mujeres salieran a la palestra a decir que habían tenido relaciones con el mecánico de motos y estrella de reality, durante sus cinco años de matrimonio de Bullock. Según algunas informaciones, James llegó a engañar a Bullock con al menos 12 mujeres.

Esta vergonzosa historia se conoce meses después de que Tiger Woods revelase un comportamiento similar. El mejor golfista del mundo, que para muchos representaba el parangón de las virtudes familiares, quedó al descubierto el año pasado tras aparecer como un infiel insaciable, que mantuvo numerosas relaciones con estrellas del porno, modelos, camareras y al parecer cualquier mujer atractiva que lo quisiera. Y lo hacía delante de las narices de sus colegas, representantes y, lo más importante, su mujer.

Si ambos hombres fueron culpables de las mismas indiscreciones, ambos invocaron la misma estrategia para minimizar daños: una disculpa sentida y pública seguida del no menos importante paso por una clínica de rehabilitación. "Jesse ingresó en una centro de tratamiento para tratar sus asuntos personales", dijo un portavoz. "Se dio cuenta de que este momento es crucial para ayudarse a sí mimo, ayudar a su familia y ayudar a salvar su matrimonio".

La rehabilitación de estrellas se ha convertido en algo corriente desde que a fines de los años 70 la ex primera dama Betty Ford saliese limpia de sus adicciones al alcohol y los medicamentos y fundase el centro Betty Ford para ayudar a personas a solucionar problemas similares. Desde entonces, algunas de las estrellas más conocidas de Hollywood han recurrido a estos centros para recomponer su vida o al menos su imagen, tal como al público estadounidense y al sistema judicial gusta: con una buena dosis de tratamiento clínico que ayude a digerir las peticiones de contrición y poder dar así una segunda oportunidad a la persona en cuestión.

La rehabilitación de los famosos hasta tiene su propio programa en forma de reality en televisión, en el que se siguen los altibajos de famosos, en su mayoría de capa caída, como Tom Sizemore, que lucha por dejar sus adicciones delante de las cámaras. Las celebridades de mayor caché tienen que lidiar con una presencia no deseada de paparazzi mientras combaten sus demonios. En la lista de visitantes de algunos de los centros más lujosos como Promises y Wonderland Centre, donde un tratamiento puede llegar a costar miles de dólares al día, figuran nombres como el de Britney Spears, Lindsay Lohan, David Duchovny y Robert Downey Jr.

Los fans de Michael Jackson hubiesen deseado que el que fuera el rey del pop también hubiese aceptado dar ese paso. No obstante, algunos cuestionan si las estrellas, mimadas en un entorno de lujo, se encuentran en el mejor lugar para obligarlas a reconocer sus defectos. "Es como si fuese un enfado de marca registrada cuando veo que la rehabilitación está tan cínicamente explotada por celebridades y sus representantes especializados en control de daños", comentó el columnista Dan Neil. "¿Se trata de dar una azotaina en el trasero? Por favor. La rehabilitación debía ser un centro frío, de linóleo, un lugar con colchones finos, café solube descafeinado y filetes de ternera que no fuesen exactamente ternera. No estoy sugiriendo que la rehabilitación deba ser como (la infame prisión de) Devil's Island, pero debería ser ajeno, incómodo y un poco humillante".

Una de las autoras del blog celebritology 2.0 se mostraba aún más escéptica sobre el uso del término "adicción al sexo" para disculpar infidelidades. "¿Es la rehabilitación de la adicción sexual el último instrumento en el arsenal de la recuperación de la imagen de un famoso, el paso siguiente tras el comunicado del mea culpa?", preguntaba la autora Liz Kelly. "No me convence que engañar a alguien se tenga que tratar del mismo modo, pongamos por ejemplo, que la adicción a las drogas o el el alcoholismo. ¿Una política de bragueta abierta indica automáticamente una adicción al sexo?".

De lo que no hay dudas, según The Wall Street Journal, es de la gran oportunidad de hacer negocio. "¿Será la rehabilitación sexual la próxima gran industria?", se pregunta en el diario Damien Hoffman. Tras apuntar que el médico que respalda el programa de televisión Celebrity Rehab acaba de anunciar una nueva serie de rehabilitación sexual, Hoffman llegó a una conclusión obvia: "Creo que somos testigos del inicio de otro boom para industria americana del recompóngalo".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios