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Un informe interno alertó en 2009 de que la Embajada era "blanco fácil"

  • El personal de seguridad proponía el cambio de la sede a una zona más segura de la ciudad

Un informe interno de los servicios de seguridad de la Embajada española en Kabul alertó hace seis años de que ésta era "vulnerable a cualquier tipo de ataque" y un "blanco fácil para la colocación de cualquier artefacto explosivo". En el documento, fechado en noviembre de 2009, el personal de seguridad propone reubicar la Embajada en otra zona de la ciudad, ya que la mayoría de las legaciones diplomáticas extranjeras están situadas en el área conocida como zona verde, mucho más segura y donde, por ejemplo, sí está ubicada la residencia del embajador español. El texto, al que ha tenido acceso este periódico, ya avanza la posibilidad de que se pueda sufrir un ataque con coche bomba o "mediante invasión de varios individuos armados (hecho que se ha producido últimamente en esta ciudad y contra organismos internacionales en varias ocasiones)".

El informe se hizo a raíz de un tiroteo ocurrido el 28 de octubre de 2009 a unos 150 metros de la Embajada española. El documento, que detalla con numerosas fotografías los puntos débiles de la legación española en Kabul, se reenvió mediante correo electrónico al embajador, que entonces era José Turpín Molina, a la Unidad de Cooperación Internacional y al departamento del Ministerio de Exteriores encargado de la seguridad de las instalaciones.

"La fachada principal del edificio se encuentra situada en una calle muy transitada, tanto por personas como vehículos. El perímetro del compound -término con el que designa el informe al complejo diplomático español, que consta de tres edificios, la Embajada y dos residencias para policías y funcionarios- está rodeado por un muro que linda con tres calles diferentes, haciéndolo así blanco fácil para la colocación de cualquier artefacto explosivo", apunta el informe.

El documento añade que la altura de las viviendas, de tres plantas, así como la poca distancia que las separa del muro, hace que la visibilidad de muchas habitaciones con respecto a la calle "las convierta en posible objetivo de un disparo con arma larga o de verse afectadas por los efectos de una onda expansiva provocada por la explosión de un coche bomba". Por problemas de espacio, la sede no tiene una "doble puerta de entrada para vehículos, hecho éste que podría ser aprovechado para un ataque, ya sea con vehículo-bomba o intrusión de personas armadas durante el transcurso de una de las innumerables salidas de vehículos propios de la Embajada que se producen a diario".

A todo ello hay que añadir que "la distancia de las viviendas al muro, en algunos casos, no supera el metro" y que los guardias armados de los que dispone el complejo "son insuficientes para contrarrestar un ataque de cualquier tipo". Por ello, el personal de seguridad concluye que "lo ideal sería reubicar la Embajada, así como los edificios colindantes, en un espacio suficiente que permita diseñar un compound que reúna unas mínimas condiciones de seguridad".

De no poder efectuarse este traslado, el documento planteaba una serie de medidas para incrementar la seguridad. En los años siguientes se hicieron las reformas, pero fuentes policiales apuntan a que se realizaron siempre a bajo coste, hasta el punto de que una ventana blindada fue anclada a la pared con cuatro tornillos.

Los cuatro edificios de la legación diplomática española en Kabul -la Embajada, las dos residencias y la casa del embajador- son propiedad de Gul Haidar, un señor de la guerra afgano y que fue uno de los comandantes de Ahmed Sha Mashud, el León del Panshir, con el que combatió contra los talibanes. A finales de la década pasada, cuando se elaboró este informe, el Gobierno español pagaba aproximadamente entre 40.000 y 50.000 dólares mensuales a Gul Haidar, al que unía una estrecha relación con el entonces embajador español en Kabul. Los servicios de seguridad propusieron buscar una sede más barata y más segura en la zona verde, pero el traslado nunca se llevó a cabo.

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