Pasarela

Felices 31, Irina

  • La modelo rusa nació un 6 de enero

  • Hoy vivirá su cumpleaños más dulce embarazada de su primer hijo y en su mejor momento con el actor Bradley Cooper

Irina Shayk desfila embarazada para la firma Victoria's Secret.

Irina Shayk desfila embarazada para la firma Victoria's Secret. / efe

Fue en 2010 cuando conocimos a la exuberante Irina, entonces era una modelo preciosa pero desconocida; la flamante novia de Cristiano Ronaldo de apenas 24 años. Su relación con el futbolista hizo que sus contratos publicitarios se dispararan, la niña rusa que creció en un pueblo y que en el colegio era criticada por su estatura y su tez morena alcanzó en unos meses una fama de altos vuelos. Las mejores firmas del mundo se la rifabany su caché subía como la espuma. Pero la nueva celebrity creció y se hizo fuerte ante los medios. Cambió de amor con miradas a Hollywood y hoy, en el día de su 31 cumpleaños, puede afirmar que está viviendo su mejor momento. Respetada en su trabajo, enamorada como nunca del atractivo actor Bradley Cooper y embarazada de su primer hijo.

Irina Shayk nació el 6 de enero de 1986 bajo el nombre de Irina Valérievna Shaijlislámova. Empezó a ser conocida por su participación en la prestigiosa publicación Sports Illustrated desde el año 2007 siendo la portada de ésta en 2011. Traspasar su deseado cuerpo es casi imposible. Irina es como el hielo; haciendo alarde de su fría personalidad rusa, es tan hermética como bella. A pesar de ser una de las mujeres más famosas del mundo a día de hoy, poco o nada se sabe de la ex novia de Cristiano Ronaldo. Ella poco deja rascar, y eso que si lo hiciera quizás cambiaría y mucho la percepción de muchos acerca de su ego, aparente frivolidad y fuerte carácter. Irina Shayk se ha hecho a sí misma. ¿Cómo? Viviendo, y a veces malviviendo. Creció en Yemanzhelinsk, una pequeña localidad rusa "en mitad de la nada, donde no hay nada más que visitar que las minas de carbón", según las palabras de la propia maniquí. Amante de la literatura y la escritura, la pequeña Irina soñaba con ser periodista. "Jamás me imaginé que sería una modelo que viviría en Nueva York", confiesa. Su padre murió de neumonía cuando ella estrenaba la adolescencia y su madre, profesora de música en una guardería, se tuvo que pluriemplear para sacar a la familia adelante. Esas horas las pasaba al cuidado de su abuela, una agente de inteligencia de la armada roja de Stalin por la que Irina sentía auténtica devoción. Irina se define como una "chica de pueblo", a la que siempre algo le dijo que algún día su suerte cambiaría. "Recuerdo que cuando tenía 14 años quería unas botas de tacón alto, pero costaban 25 dólares, no podía pagarlos. Así que trabajé en un hospital durante 20 días pintando las paredes del mismo para ganarme esos 25 dólares", recuerda. Y es que Irina, actualmente una de las mujeres más deseadas del planeta y rostro consagrado en las editoriales de moda y las pasarelas más importantes, nunca tuvo complejos pero sí que tuvo que soportar las burlas de sus compañeros. Pese a ser una de las modelos más cotizadas en todo el mundo y dueña de una belleza casi perfecta, Shayk asegura que su infancia fue dura también por haber sufrido acoso en el colegio. "Me sentía insegura porque era alta y tenía la piel oscura, no era la típica rusa rubia. Pero creo que el acoso y lo que sufrí solo me hicieron más fuerte", dice. Sus vecinos aún recuerdan a la maniquí trabajando en el campo, de donde le viene su afición por la agricultura. Y es que no siempre ha estado rodeada de lujos y dinero: "Recogía patatas después de la escuela", recuerda. Acompañó a su hermana Tatiana, una amante del mundo de la moda y la belleza, a una agencia de modelos donde finalmente fue ella quien se llevó el gato al agua. Ahí empezó la aventura que la ha llevado a ser una de las tops más cotizadas, además de la flamante novia de Bradley Cooper, uno de los actores más deseados del séptimo arte al que conoció unos meses después de su ruptura con el astro del fútbol Cristiano Ronaldo con el que compartió un lustro de noviazgo y en el que incluso sonaron campanas de boda. Aunque reconoce que debe mucho al portugués respecto a su popularidad, Irina asegura que sus inicios en el mundo del modelaje no fueron para nada fáciles. "Lo pasé muy mal cuando empecé, no tenía ni qué comer. Pero no podía volver a casa sin nada". "Para trabajar en la moda tienes que ser muy fuerte y yo lo soy, no vivo entre las nubes y soy realista gracias a la educación que me dieron mis padres", comparte la cumpleañera.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios