No faltaron una puesta en escena y un maquillaje muy teatrales, como viene siendo habitual en los últimos desfiles de Dior. Pero, en el primer pase de la firma sin John Galliano en el marco de la Semana de Alta Costura de París, la decepción y la sorpresa fueron las principales impresiones. "Un circo de los horrores", así lo califican algunas publicaciones en referencia a las abundantes referencias circenses. Las formas, los tejidos y los colores de los diseños se caían por la borda de lo hortera en un intento de alcanzar la elegante originalidad, creatividad e innovación de Galliano, juzgado hace dos semanas por proferir insultos antisemitas a una pareja en un bar parisino.

Para el próximo otoño- invierno, Bill Gaytten -al frente de los talleres Dior, pese a que la marca aún no ha nombrado oficialmente a un nuevo director creativo-, propone volúmenes impresionantes para conjuntos cortos o largos destinados a ocasiones especiales, así como vestidos de volantes con cola inmensa, blancos, negros, verdes, dorados o anaranjados. Un amalgama sin sentido entre lo burlón y lo sátiro que nada tiene que ver con el genio de Galliano y que, desde luego, no logró arrancar ni un aplauso al público -más bien un rumor de desaprobación de fondo-.

A la vista del chasco de Dior, las miradas se volvieron hacia Armani y su colección con toques orientales. También, hacia el debut del joven Giambattista Valli, impecable, protagonizado por los volúmenes y por los colores negro, blanco y rojo.