Michael Kohlhass. Drama. Francia, Alemania, 2013, 122 min. Dirección: Arnaud des Pallières. Intérpretes: Mads Mikkelsen, Mélusine Mayance, Delphine Chuillot, Denis Lavant, Jacques Nolot, Sergi López.

Arnaud des Pallières (Drancy Avenir, IsDead, Poussièresd'Amérique) es un cineasta severo y cerebral, de una infrecuente solidez (tuvo buenos maestros; a él y a Arnaud Dauphin le debemos que haya imágenes de la mítica conferencia Qu'est-ce que l'acte de création que impartiera Deleuze en La Femis). En Michael Kohlhass, que lo ha introducido de lleno en el cine industrial, intenta cercar las derivas sancionadas y los compromisos de la gramática audiovisual con ese plus de intensidad, con esa violencia soterrada que habita su compromiso con el cine. Para ello despoja a Kleist de su ironía feroz (lo contrario de lo que hiciera Schlöndorff en su versión, una que vimos hace demasiado tiempo pero que recordamos con agrado, quizás como guilty pleasure), y se preocupa por transmitir con los mínimos elementos posibles su admiración por las implicaciones politico-morales del asunto del comerciante humillado devenido en hiperbólico vengador.

Esta depuración hace de MichaelKohlhass un filme un tanto frío y exangüe, pero sostenido por una potencia de escritura que es más arriesgada de lo que parece. Des Pallières, podría decirse, busca la resonancia en la clausura, y concita la tragedia en tomas cerradas, haciendo del primer plano la unidad del intercambio -de afectos, de miradas-, la placa reveladora. La tarea parece consistir en hacer ver los micromovimientos del alma del desmedido Kohlhass en su rostro marmóreo e inexpresivo, y eso, como sabe el cineasta, sólo puede ocurrir mediante su frotación con otros rostros, con otras pasiones. No se trata, entonces, de narrar la conocida historia, sino de montarla (ése es el trabajo del cine, no debemos olvidarlo), hasta que el último corte lo apague todo.