José Luis Cienfuegos. Director del Festival de Cine Europeo de Sevilla

"Hay muchos directores que quieren estrenar sus películas en Sevilla"

  • El responsable del certamen hispalense defiende la "singularidad" de una programación que alterna cintas galardonadas con nuevas apuestas como la "garantía de futuro" de la cita.

José Luis Cienfuegos afronta desde hoy su segunda edición como director del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF), una cita que cumple diez años y que el gestor asturiano ha afianzado en el circuito internacional, como revela que 65 largometrajes celebren su estreno en España en estos días. La visita de Bruno Dumont y Claire Denis en la Sección Oficial, los encuentros con Claude Lanzmann y Léos Carax, un recorrido por las miradas más inconformistas de la actualidad en las secciones Las Nuevas Olaso Resistenciasy una panorámica de la filmografía portuguesa son algunos de los atractivos que reserva la programación, que se abre hoy con la española 3 bodas de más y una gala inaugural presentada por Eva Hache, en la que se entregará el Premio Especial X Aniversario al productor Antonio Pérez.

-Hace unos días aseguraba que notaban más interés en la ciudad por el festival. ¿Esa impresión se está reflejando en la venta de entradas?

-Va mucho mejor. Estamos muy contentos por algunas de estas innovaciones que ya se introdujeron el año pasado, como la venta de entradas por internet. El programa de mano lleva días en la calle, circulando, y eso provoca un boca a boca muy interesante. Uno de los objetivos que me marqué al asumir la dirección del festival es que tuviéramos unos ingresos de taquilla mínimamente razonables.

-¿Y el objetivo se ha conseguido?

-Queda mucho para tener los ingresos que debería tener un festival como el nuestro. Para nosotros es más complicado que para otros festivales, porque posiblemente tenemos el precio de las entradas más asequibles del panorama de festivales de toda España. Pero en estos momentos de crisis no queríamos tocar el precio de los abonos o de la taquilla, nos hemos visto limitados por el momento que nos está tocando vivir. Ya el año pasado planteamos estrategias de limitación de entradas de protocolo, de invitaciones...

-Como ocurrió el año pasado con Fin, esta vez inaugura el SEFF otra película con vocación comercial, 3 bodas de más, como si quisieran romper esa etiqueta que a veces se tiene del cine europeo...

-No entiendo la indignación de algunos por inaugurar con la película, cuando ésta estuvo en Venecia y no se ha visto todavía. El festival tiene suficiente consistencia como para cuestionarlo, como para tildar de frivolidad abrir con una buena comedia como ésta. Los purismos hay que dejarlos de lado.

-Sevilla registra un movimiento cultural muy interesante, pero hay una parte del público que no se entera de las iniciativas que se programan. Propuestas vistosas, accesibles, como la exposición de los Goya son muy efectivas como reclamos.

-Algo que tenía claro desde el principio es que el festival tiene que generar actividades durante todo el año: ciclos, exposiciones, cursos... Pertenecemos además a una estructura que es el ICAS y todos tenemos que sacar partido de eso. Aun así, tendríamos que trabajar más la difusión y la presencia del festival en la ciudad. Algo tan directo y tan simple como cartelería, decoración, etc. Este año ha habido un salto cualitativo con respecto al año pasado y estamos en ese camino.

-El año pasado aumentó muchísimo el número de programadores, interesados en lo que se proyectaba en el festival.

-Esa tendencia se mantiene. Que nosotros tengamos tal cantidad de estrenos en España, incluso estrenos mundiales, habla de que muchos directores quieren venir a estrenar sus películas aquí en Sevilla. El festival aumenta su peso específico dentro del panorama internacional. No sólo tienes una buena representación del cine europeo que se está haciendo ahora mismo, sino que los programadores van a encontrar nuevos directores y presentaciones de películas inéditas, gracias a ciclos como Resistencias. Algo que estamos intentado hacer es abrir las puertas al debate, abrir las puertas del cine europeo a todos. Este año vamos a tener más de 60 encuentros con directores. Esa interacción es fundamental y absolutamente necesaria para la supervivencia de los festivales de cine, ahora más que nunca.

-Y entre los directores que vienen, recuperan a Léos Carax, resucitado el año pasado con Holy Motors.

-Acercamos una figura como Carax a los espectadores, pero lo mismo podemos decir de Claire Denis, Claude Lanzmann... Comento en la intervención del catálogo del festival que una de las misiones de los festivales es que tenemos que ser útiles a los espectadores, a los autores, a la industria, a las nuevas tendencias. El de un festival es un terreno de juego muy estimulante y muy rico, en el que se aprende, se debate, se cuestiona... Se puede ver en el amplísimo espectro que cubre la programación, en los diálogos que establecen las películas, como el que va a haber entre dos cineastas de vanguardia, que hacen un cine experimental cada cual a su manera, María Cañas y Gunvor Nelson.

-La retrospectiva de Nelson resulta particularmente oportuna, porque su nombre era poco conocido por aquí.

-Es un nombre que muchos habíamos olvidado. Habíamos visto su obra de una forma muy aislada en muestras o en programas colectivos, y una de las funciones de un festival es redescubrir o reivindicar a autores como ella.

-Y el ciclo de María Cañas revela que la mirada a Europa no olvida el entorno más cercano. Premian a Antonio Pérez, colaboran con una cita como el Mes de Danza...

-Desde luego con María Cañas no estamos descubriendo nada. Es como una reivindicación desde el festival de una creadora a la que se quiere y admira. Ahora se va a Mar del Plata, que es un festival de clase A, lo que demuestra que su obra no se reduce a la exhibición en festivales ultraindependientes o experimentales. Su trabajo tiene cabida en un festival generalista como es el nuestro.

-El año pasado se proyectó alguna película como Paraíso: Fe que podía haber creado controversia entre los espectadores más convencionales, pero no fue así. ¿Aprecia que el público del SEFF reacciona de una manera adulta a cintas que pueden resultar incómodas?

-Es verdad que el año pasado existía cierto temor con alguna película que podía haber resultado polémica, pero ahora estamos en otros tiempos, el festival tiene un público ya formado; no sólo el festival, también la ciudad. Escandalizarse por supuestas provocaciones a las viejas tradiciones cada vez tiene menos sentido... sobre todo porque nosotros mismos somos respetuosos con la libertad de pensamiento y de creencia. Eso lo tenemos muy claro. No me planteo que nadie se pueda escandalizar ante películas que han estado en grandes festivales y que no han despertado allí ningún revuelo. O que se proyecte un documental que reflexiona sobre la censura de un documental de hace más de 20 años. Esta ciudad está viviendo ahora otra etapa.

-Miki Leal es el autor del momento, con una exposición en el CAAC, otra en Rafael Ortiz. Pero su cartel para el SEFF, como ya empieza a ser tradición, ha creado cierta polémica.

-Le damos plena libertad al autor. Evidentemente ha jugado a la provocación, pero a la postre el resultado mediático y creativo ha sido muy satisfactorio tanto para el festival como para Miki Leal. Son bonitas esas sinergias que se producen con dinamizadores de la cultura como el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que es un referente en el país. Ahora estamos todos empujando en la misma dirección, eso está claro.

-Se ve que han tenido más tiempo para preparar el festival. Han conseguido traer algunas de las películas más premiadas en los festivales esta temporada...

-Ahí quiero reivindicar nuestro trabajo. Muchas películas estaban cerradas antes de que fueran premiadas. Hay una labor de búsqueda, de negociación para tenerlas. Sacro GRA, por ejemplo. Tú no puedes ir por una película después de que haya conseguido el León de Oro, eso se consigue antes. Algunas de las premiadas en Cannes, Berlín, Locarno van a venir. En este sentido, hay un tema que me preocupa: hay certámenes que sobreviven siguiendo la estela de los festivales que viajamos. Hay cierta impostura a la hora de diseñar los programas copiando lo que otros hacemos. Y los festivales no pueden ser fotocopias de otros, la singularidad es una garantía de futuro.

-Usted estaba en el jurado que le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes a Michael Haneke. ¿Es uno de sus sueños traerlo a Sevilla?

-Hombre, Haneke no es muy de festivales. Puede ser Haneke o pueden ser muchos actores o directores. Le voy a confesar una cosa. Este año, con motivo del décimo aniversario del festival, hablamos con la European Film Academy, con Marion Döring, para promover encuentros con grandes directores que vinieran al festival. Esa idea la tuvimos que reconducir cuando nos dimos cuenta de que no tenía sentido seguir con esa línea cuando íbamos a tener aquí a Claude Lanzmann, Léos Carax, Claire Denis, Bruno Dumont. Es decir, los grandes directores del cine europeo ya estaban aquí. Otro tipo de actividad podía dispersar la atención de los medios y de los espectadores.

-¿No han tenido presiones desde el Ayuntamiento para contar con alguna celebridad como Juliette Binoche o alguien por el estilo? ¿No les han pedido esa idea del glamour que buscan otros gestores municipales?

-Sería absurdo intentar organizar un festival rendido a la alfombra roja con un presupuesto ajustado como el nuestro. En este caso hay que ser realistas y utilizar recursos, y trabajar una buena programación y que ésta obtenga su repercusión. Nadie nos pide nada que suponga la desnaturalización del festival. Se nos pide que hagamos un buen festival, una buena programación, una dosis de la fiesta del cine pero que se integre bien en lo que es el festival. Con el ICAS hay total comunicación y fluidez.

-Han querido darle un nuevo impulso a Europa Junior, ahora desdoblada en los ciclos Para toda la familia y Seff Joven.

-El año pasado tuvo una bajada de espectadores, sobre todo debido a la limitación de recursos para actividades extraescolares en los centros de enseñanza. Los chavales tenían que asumir el precio de la entrada y del transporte. Hemos rebajado la entrada a un precio casi simbólico, y eso nos ha permitido aumentar enormemente el número de jóvenes que se van a acercar al festival.

-Siguen apostando por las actividades paralelas, no quieren que el festival se acabe en las proyecciones.

-No hay más intención que hacer un festival abierto y lo más cercano posible, no tan solemne. Siempre lo he visto como algo necesario para un festival de cine. Cuando me hice cargo del certamen de Gijón nadie se preocupaba de estas cosas, ahora el tema de una programación paralela, de unos conciertos, ya forma parte de muchos festivales. Antes era casi una herejía introducir la música pop o rock, ahora se asume con total naturalidad.

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