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La isla de Bergman | Festival de cine de Sevilla

Doble relato bajo la influencia

Vicky Krieps y Tim Roth en una imagen del filme de Mia Hansen-Løve.

Vicky Krieps y Tim Roth en una imagen del filme de Mia Hansen-Løve.

Con el eco autobiográfico de su relación con Olivier Assayas resonando de fondo, la nueva película viajera de Mia Hansen-Løve (Maya) se sitúa en los paisajes bergmanianos de la isla de Fårö convertidos ya en una suerte de parque temático en recuerdo del maestro sueco y su obra, una isla que funciona como escenario fantasmal y espejo en el que desdoblar el relato desde proceso creativo de una nueva historia que brota dentro de la primera para intercalar un romance truncado entre los pliegues de una relación de pareja artística (Roth y Krieps) en pleno y receloso work in progress.

Bergman island despliega así sus esencias cinéfilas (Bergman, sí, pero también Rossellini y Te querré siempre) con excesiva literalidad (cameos explicativos de Costa, Klinger y Björkman incluidos) entre los plácidos paisajes horizontales y la luz veraniega de un espacio mítico en el que sólo quedan ya espectros del pasado, un lugar desde el que activar la memoria, darse a la fuga, resolver la crisis y nutrir el futuro (femenino) en un juego metaficcional que fluye con cierta mecánica rutinaria y una indolencia dramática que apenas roza el misterio en un último tramo entrelazado.