El cine español que aquí se nos propone se rebela contra los modelos industriales y asume el reto de desafiar los caminos del éxito o la aprobación popular para buscar otras simpatías, las de la crítica y los festivales como éste. Un cine hambriento pero satisfecho, capaz de rebajar sus ambiciones a un territorio en el que lo reflexivo y lo dietético han sustituido a lo ya conocido o al viejo menú del día.

Once títulos, de la ciencia-ficción experimental de Ion de Sosa (Sueñan los androides) al documental político-social (La más macraba de las vidas), el ensayo íntimo y familiar (Lunático, Cábala caníbal), del gesto insobornable de Pablo Llorca (El gran salto adelante) al registro topográfico de lacasinegra (Pas à Geneve) o el cine de frontera de Eloy Domínguez (Jet Lag), que delimitan un territorio nuevo que busca unos nuevos y descontaminados ojos que lo descifren.