El francés Paul Vecchiali, al que el SEFF dedica estos días la primera retrospectiva que se le hace en España, aseguró ayer tener sólo una regla en su carrera, la de "no volver a hacer nunca la misma película". Para el cineasta, el estilo "es una cosa horrible si persiste de un largometraje a otro. Cada obra tiene sus propios códigos. James Gray, por ejemplo, siempre utiliza la misma luz, y la luz está ahí para expresar sentimientos, no tiene sentido que siempre sea la misma. Cuando todo está diseñado, tengo la impresión de que estoy en un supermercado", observó.

El cineasta recordó que, en una ocasión, en un encuentro con Truffaut y Chabrol el primero afirmó que "hacía cada película como si fuera la última, y yo le repliqué que la hacía como si fuese la primera", prosiguió el director, que en el SEFF ha presentado su trabajo más reciente, C'est l'amour (2015). "No tengo esa filosofía porque piense que voy a hacer algo mejor, sino porque no quiero repetir un modelo. Cuando hice Rosa la rose, fille publique, recibí unos 40 guiones sobre prostitución, pero esa película ya la había hecho. Tengo ganas de explorar nuevas tierras. Soy un buscador, un investigador en el sentido científico del término, aunque con la esperanza de que la investigación encuentre cierta poesía", defendió el director, que en C'est l'amour reivindica su libertad con una propuesta marcadamente personal y contracorriente que ha sorprendido incluso a los admiradores de su obra.

Acompañado por el montador Vincent Commaret y la actriz Astrid Adverbe, Vecchiali habló asimismo de su concepción del cine como un asunto colectivo. "Tengo costumbre de trabajar en familia, es muy agradable colaborar con las mismas personas. Cuando alguien aborda una película, hay un proceso de seducción con los técnicos, con los actores; por parte de ellos se da una búsqueda de confianza. Con alguien con quien ya has colaborado ganas tiempo", concluyó el director.