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Sevilla festival de cine 2009 Ben Kingsley recibe el homenaje del certamen

"Intento no juzgar a mis personajes, y que sean los espectadores quienes lo hagan"

  • El actor teme que Hollywood esté "simplificando demasiado" y busca "películas que sean como una obra de Chéjov" · El intérprete estrena '50 hombres muertos', un 'thriller' sobre el entorno del IRA

Sir Ben Kingsley no cree que los espíritus torturados sean más afines a la creación. El actor mantiene haber demostrado en los últimos años, con papeles como los de Sexy Beast, Casa de arena y niebla o Elegy, que "esa idea de que para ser creativo hay que ser infeliz" era "claramente errónea". Confiesa que "hoy gasto mis energías en un rodaje, no en las neurosis, como me ocurría antes" y que en el camino hasta la madurez le ayudaron "la oportunidad de hacer buenos trabajos" y una serie de personajes con profundidad psicológica a través de los que se fue "liberando" de sí mismo.

Kingsley recibió anoche el Premio de Honor del Festival de Sevilla por "su destacada contribución a la cinematografía británica y su distinguida carrera como actor", una trayectoria en la que ha interpretado, según resalta la organización del certamen, "papeles inolvidables que le han asegurado un lugar en la historia del cine". Además, el intérprete de Gandhi o La lista de Schindler promociona estos días 50 hombres muertos, de Kari Skogland, un thriller sobre un agente infiltrado en el IRA que se proyectó anoche en una sesión extraordinaria y que se estrena en salas comerciales el próximo día 13.

"En Irlanda e Inglaterra la película ha sido muy bien acogida, porque narra una situación que es ya un capítulo cerrado de la Historia y que hoy podemos recordar", afirma. Aunque su personaje, encargado de formar al protagonista (Jim Sturgess), se verá inmerso en un dilema moral, Kingsley apunta que "intento no juzgar a mis personajes, porque así dejo más espacio al público para que juzgue por sí mismo".

Kingsley, que debutó en el cine en 1972 con El miedo es la clave, sabe que la industria vira hacia un alarmante esquematismo en sus propuestas. "Hay algunos guiones que me llegan ahora que, después de describir al personaje, ponen entre paréntesis: hay que querer mucho a este hombre. Eso es terrible, es como pegarle en la cara al público. La vida no es así, la están simplificando demasiado", opina el actor, que valora positivamente, en cambio, la evolución de la televisión norteamericana. Según Kingsley, "es extraordinario lo buena que es: se habla de las series no tanto por sus tramas, sino por unos personajes maravillosos". Lo dice alguien que no tuvo reparos en interpretarse a sí mismo, en clave paródica, en un episodio de la aclamada Los Soprano.

El intérprete británico se ha hecho productor "para poder hacer esas películas que son como una obra de Chéjov: historias en las que aparentemente no pasa nada, pero bajo la superficie están sucediendo un montón de cosas. En Hollywood están obsesionados con que tiene que ocurrir algo continuamente para que no decaiga la atención de los espectadores, y eso, en mi opinión, es subestimar al público".

Kingsley se considera "afortunado" de haber podido colaborar con autores "muy destacables", entre los que cita a Richard Attenborough (quien le dirigió en Gandhi), Steven Spielberg (La lista de Schindler), Jonathan Glazer (Sexy Beast) o Vadim Perelman (Casa de arena y niebla). "Es muy importante la sensación de vulnerabilidad delante de una cámara, y si tengo a un director en el que confío, puedo sacar la ira, el miedo o la pena. Es algo que también me ocurrió en Elegy: Isabel Coixet y Penélope Cruz me dejaron sentirme vulnerable y explorar el miedo a la intimidad", revela.

El intérprete también expresa su admiración por Martin Scorsese, con quien ha filmado recientemente Shutter Island, una cinta en la que comparte planos con Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo y que se estrenará en 2010. "Scorsese es un hombre alegre y apasionado, que inspira al actor a tomar riesgos", comenta. "Es un genio al que le das lo que ya no tienes para otros directores, que te proporciona el desgaste cerebral de tres años en la universidad".

Sobre la fuerza que aún mantiene Gandhi, el proyecto que le hizo popular, el actor contó que hace unos años asistió a una proyección del filme en campamentos palestinos y que muchos de los jóvenes presentes le preguntaron: "¿Qué puedo hacer yo para ser el Gandhi de Palestina?". El intérprete agradece, en todo caso, haber podido profundizar en zonas más oscuras del alma: su perversa recreación de un gangster en Sexy Beast hizo que un periodista le llamara "bipolar" por su capacidad para ir de la santidad a la maldad más absolutas. "Todas las personas llevamos un ángel y un demonio dentro, sólo depende de las circunstancias que lo saquemos", se disculpa.

Kingsley se despide antes de explicar qué significa para él el título de sir. "Los ingleses son muy tímidos a la hora de reconocer un trabajo, de pedir un autógrafo. Uno piensa incluso: ¿Es que no me conocen? ¿Por qué no me dicen nada? Por eso está bien que un día te llame el primer ministro, y que la Reina te dé un respaldo así".

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