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ABRÁZAME FUERTE | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

Arreglos con los muertos

Una excelente Vicky Krieps protagoniza la última película como director de Mathieu Amalric.

Una excelente Vicky Krieps protagoniza la última película como director de Mathieu Amalric.

En una casa, al amanecer, una mujer echa un último vistazo a su marido y a sus dos hijos dormidos, duda si dejar un mensaje sobre la mesa de la cocina, pero después cambia de opinión y en su lugar coge una caja de cereales antes de subirse al coche (y no a cualquier coche, el vehículo la va a definir) y lanzarse a la carretera. Hay algo en la última película como director de Mathieu Amalric que nos recuerda The Brown bunny, de Vincent Gallo, aunque sólo se trate de la huida en coche y la relación/búsqueda de la protagonista, aquí una excelente Vicky Krieps, con/de sus (amados) fantasmas. Pero hay una sustancial diferencia entre ambas: Gallo, a pesar de prodigarse muy poco, es mucho mejor cineasta que Amalric.

 

Se suele decir que cuando un actor se pasa a la dirección acaba dirigiendo como interpreta. Esta máxima, que no siempre es cierta (véase el ejemplo notorio de Charles Laughton), se cumple a rajatabla en el caso del francés, cineasta nervioso e hiperactivo al que le cuesta mantener un plano o dejar que respire y crezca una escena, como si la continuidad temporal le fastidiara y aburriera. En Abrázame fuerte encuentra una forma cinematográfica adecuada a su hiperexcitación, una construcción narrativa que juega con distintas capas de temporalidad y que se desliza, a veces motivadamente, otras caprichosa, por los ecos de la memoria acunando el duelo, un poco de esa forma aleatoria en la que los recuerdos se entrelazan. Hay una profunda herida, como la había en el Gallo de The Brown bunny, que aún supura dolor en la deriva existencial de Krieps y que el mecano levantado por Amalric sólo nos revelará al final, otorgando entonces pleno sentido a su búsqueda interior y exterior. Estamos pues ante una obra dramáticamente fuerte construida fundamentalmente a posteriori en la sala de montaje, pero cuyo mayor valor es haber sido capaz de encontrar una voz propia para establecer una interlocución sanadora entre quienes se marcharon de este mundo y quienes quedaron atrás sintiéndose abandonados y traicionados.