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Homenajes. vicente aranda

Eros y Tánatos en la España de la posguerra

  • Aranda ha sido durante veinte años uno de los cineastas de más exito de nuestro cine

Autor en 1966 de Fata Morgana, título reivindicado como precursor de la Escuela de Barcelona, la carrera de Vicente Aranda iba a tomar bruscamente otra dirección a raíz de su fallida nueva colaboración con Gonzalo Suárez como guionista en Las crueles. En efecto, tras su breve incursión en el fantástico con la hoy olvidada La novia ensangrentada, Aranda estaba llamado a convertirse en uno de los más brillantes adaptadores (desde Marsé, su autor favorito, a Vázquez Montalbán, pasando por Andreu Martín o Luis Martín Santos) de la década de los 70 y 80 del cine español, sin que el partir en la mayoría de los casos de materiales literarios ajenos le haya impedido labrarse un universo personal, teñido de sordidez, pulsiones sexuales abocadas a la muerte y enmarcado a menudo en periodos recientes de la historia española que restituían la hipocresía moral de la época, reconstruidos siempre con verosímil grisura.

Apoyado a menudo en Victoria Abril e Imanol Arias, dos de sus intérpretes favoritos, y  que siempre dieron lo mejor de ellos en su larga y fructífera colaboración con el cineasta, Aranda recorre dos décadas de nuestro cine a golpe de relatos cerrados, precisos, sin líneas de fuga y que avanzan con obsesiva precisión criminal hacia sus implacables finales: Cambio de sexo (1977), La muchacha de las bragas de oro (1979), Asesinato en el Comité Central (1982), Fanny Pelopaja (1984), su obra maestra, El lute, camina o revienta (1987), Si te dicen que caí (1989), Amantes (1991), El amante bilingüe (1993) o Intruso (1995).

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