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Cultura

Adiós a la UEFA, adiós

La prima cosa bella. Directora: Paolo Virzì. País: Italia. Año: 2010. Duración: 116 min. Con: Valerio Mastandrea, Stefania Sandrelli, Micaela Ramazzotti.

Virzì es italiano y hace cine comercial, de género, comedias agridulces sobre todo. Esto se traduce, hoy día, en lo siguiente: disolución de las nociones más básicas de puesta en escena, aumento desconsiderado de la importancia de los departamentos de atrezzo, vestuario y maquillaje (casi siempre hay saltos en el tiempo y se le deben poner canas a alguien joven), colorines, ópticas de focal corta que deforman las imágenes, actores feos y actrices guapas, éxitos de siempre de la música popular italiana, sonrisas y lágrimas. Todo esto encontrarán en La prima cosa bella, así como en la casi totalidad del cine italiano que selecciona la EFA. Paolo Virzì, por supuesto, está nominado a mejor director en los premios de esta academia, que lleva años sancionando los vicios recurrentes que uniforman al cine europeo. Ver una película de Virzì es como ver una de Javier Fesser, de Oliver Hirschbiegel, o de amigos recientes como Chris Kraus o Rajko Grlic. Italia, España, Alemania… si les une la moneda que también les una el no-estilo para públicos intercambiables, que no exigen demasiado mientras les cuenten las mismas historias una y otra vez. Globalización, mercado: prueba el jamón, que te va a gustar.

La prima cosa bella, aunque coral, tiene como protagonista a Bruno, un hombre que desde pequeño era capaz de sentir vergüenza por su madre, guapísima y bajo el yugo del fatídico padre; una mujer de inocencia salvaje que arrastra a sus hijos y los marca indeleblemente a lo largo de los años. Ahora se va a morir (es la Sandrelli) y Bruno, aunque no lo sospeche, va a reconciliarse por fin con ella, asumiendo su pasado y dejando de ser un neurótico en busca de paraísos artificiales (preocupación constante que depara los únicos momentos algo divertidos). Y eso que él, desde niño, ya ponía cara de asco hasta en las fotos -son los niños del cine europeo à la EFA, como los de Bier (no nos la podemos quitar de la cabeza), tipos duros-.

En Sueños de oro, la magistral película de Moretti, éste cargaba con su guasa desesperada contra la popular Lina Wertmüller y su cine basto y bruto. ¿Qué habría que decir ahora de los Virzì, Sorrentino, Veronesi y demás pegaplanos que no le llegan ni al tobillo a la directora de Pasqualino siete bellezas?

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