Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Editorial

Don Juan Carlos: Final de un reinado fecundo

CON la abdicación del rey Juan Carlos I, formalizada ayer, se cierra un capítulo fundamental de la Historia de España. Ha sido Jefe de Estado durante 39 años y en ese periodo el país ha dado un salto gigantesco hacia la modernidad. En estas cuatro décadas, la democracia ha dejado de ser un efímero paréntesis en la trayectoria contemporánea de España y se ha asentado definitivamente en nuestra nación. Ha recuperado un papel destacado en la escena internacional y se ha integrado plenamente en las instituciones europeas en constante construcción. Ha modernizado sus estructuras, ha experimentado un notable progreso económico y social y ha consolidado una convivencia en paz y en libertad que era desconocida y ajena a nosotros. En este tránsito el Rey ha sido motor y árbitro, reconocido universalmente y agradecido internamente. Lo tenía todo en contra. Llegó al trono auspiciado por un régimen dictatorial, nacido de una guerra civil, que pretendía perpetuarse en una sociedad que ya no podía avanzar bajo su férula. Lejos de cumplir los designios de Franco, Juan Carlos de Borbón se aplicó a la tarea de desmontar el régimen. Impulsó una Constitución en la que cabían todas las fuerzas políticas y en la que renunció a sus poderes ejecutivos en favor de una monarquía democrática y parlamentaria, promovió la reconciliación entre los españoles, se rodeó de los colaboradores más indicados para darle la vuelta al régimen y se erigió en el símbolo de un sistema de libertades como nunca lo tuvo España, defendiéndolo con firmeza cuando los golpistas intentaron la marcha atrás. La unidad de España, compatible con la configuración autonómica de sus estructuras, y la promoción de los intereses de la nación poniendo en valor su indudable prestigio internacional son también valores reconocibles en una figura histórica de enorme dimensión y trascendencia. Abdicó ayer la Corona, en una ceremonia sencilla y solemne, en lo que cabe interpretar como un último servicio a España. Consciente de que el escándalo que afecta a algunos miembros de la Familia Real y algunos errores en su propia conducta estaban contribuyendo al deterioro de la institución monárquica, incluyéndola en el desprestigio institucional creciente en los últimos años, el Rey decidió su propio sacrificio para dar paso a su hijo Felipe, desde hoy Felipe VI, símbolo de la continuidad de un Estado regido por la monarquía parlamentaria y de las nuevas generaciones que deben asumir todo el protagonismo en la conquista de más altas cotas de prosperidad y bienestar. Un magnífico Rey que deja una huella indeleble en la sociedad española y la emplaza a seguir progresando en libertad.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios