Nueva tormenta sobre génova La presidenta madrileña entra en guerra con la dirección nacional

El telón de fondo de Caja Madrid

  • Miembros de la dirección nacional del PP creen que la negociación por la presidencia de la entidad financiera madrileña es el campo de batalla elegido por Aguirre para alcanzar destinos más altos

"Elige el terreno para la batalla, si lo elige tu adversario te ganará". Es un proverbio chino muy conocido que estos días recuerdan miembros de la dirección del PP cuando hacen reflexiones en voz alta sobre lo que ocurre en Caja Madrid. Creen que la negociación por la presidencia de esa entidad financiera es el campo de lucha elegido por Esperanza Aguirre para alcanzar más altos destinos. Lo que ocurre es que la presidenta de Madrid no midió bien los pasos ni los tiempos, provocando el "fin de la paciencia de Mariano", como cuentan en la sede central del partido.

Meses atrás, a principios de año, Aguirre le dijo a Rodrigo Rato que era su candidato a presidir Caja Madrid, la cuarta entidad financiera de España y cuyo presidente elige un consejo del que forman parte personas decididas por el gobierno madrileño, los Ayuntamientos más importantes, y sindicatos y empresarios de la comunidad.

Los dos, Aguirre y Rato, sabían que existía un escollo: Mariano Rajoy. Para nadie, y mucho menos para ellos, era un secreto que Rajoy no mantenía una relación excesivamente fluida con el ex vicepresidente económico. Sin embargo, a raíz de las elecciones gallegas, cuando Rato llamó a Rajoy para felicitarle, quedaron en verse y concertaron una fecha.

En ese encuentro, una cena, Rato sacó el asunto de Caja Madrid. Explicó que tenía el ofrecimiento de Aguirre pero que él estaba a disposición del partido y, desde luego, a lo que decidiera el presidente del PP. Y Rajoy le dio su apoyo. No sólo ese día, sino en fechas sucesivas, pues se vieron al menos una vez más antes del verano.

Rato, por su parte, mantenía desde siempre frecuentes contactos con Aguirre, y en las ocasiones en que se vieron a lo largo de 2009 le reiteraba que él era el candidato que pensaba proponer a las otras partes representadas en el Consejo. En cuanto a Ruiz-Gallardón, estaba también de acuerdo con el nombre, y así se lo dijo a Rajoy.

El verano transcurrió sin ninguna entrevista nueva y, en septiembre, cuando Rajo telefoneó a Aguirre para saber cómo iban las negociaciones, la presidencia le comunicó que lo sentía mucho pero que su candidato era Ignacio González. Rato entonces decidió dar un paso atrás y, según algunos de los escasos amigos que estaban al tanto de la oferta, no movió un dedo para hacerse con la caja, pero fue muy evidente su sorpresa. No comprendía qué había ocurrido: la persona que le había ofrecido ser candidato le retiraba el apoyo, y la persona -Rajoy- que supuestamente quería a otro candidato -De Guindos- estaba decidido a apoyarle.

Cuando el gobierno madrileño hizo público que había negociado la presidencia de la caja para su vicepresidente González, Rajoy se quedó de piedra y además, según una persona de su entorno, "entró en cólera", aunque ya se sabe que el líder del PP no es de los que expresan en público su estado de ánimo. Pero se sintió engañado.

Quien sí expresó su cólera en forma de entrevista periodística fue Manuel Cobo, brazo derecho del alcalde Ruiz-Gallardón, que además eligió como medio de expresión el periódico que más planta cara a Rajoy, El País. El problema es que Cobo y Gallardón -que estaba detrás de la entrevista, había respuestas del vicealcalde que parecían salidas de la boca de Gallardón- se pasaron de jugada. Tanto, que dieron argumentos a Aguirre para exigir una sanción.

Desde ese momento, Madrid entró en guerra con la dirección nacional. Rajoy encargó a María Dolores de Cospedal que negociara con Aguirre, con la instrucción de que no cediera en un asunto que consideraba no sólo vital para Caja Madrid sino también para demostrar quien mandaba en el partido: Rato tenía que ser el presidente de la caja. En el entorno de Aguirre enviaron mensajes precisos a la dirección nacional y a multitud de periodistas: se negaban a cualquier negociación si previamente no se abría expediente disciplinario a Cobo por sus descalificaciones a la presidenta madrileña.

Distintos miembros de la dirección del PP aseguraban que para entonces Aguirre ya reconocía en privado que había planteado mal la jugada, porque González no resistía comparaciones con Rato, aparte de que había echado un pulso a Rajoy en el peor momento para el PP. Y, también desde la sede central del partido, se explicaba que la lucha era exclusivamente política, pero con varios aspectos.

El primero, lucha por el poder del PP, que viene de atrás, pero que con este episodio se vuelve a plantear a pesar de que Rajoy está fuerte dentro del partido tras los últimos éxitos electorales. Segundo plano: desde Caja Madrid se puede trabajar muy bien para potenciar electoralmente a determinados candidatos a alcaldías y gobiernos autonómicos, basta con prestar ayuda financiera para los proyectos que más necesitan los ciudadanos y que, en muchos casos, no se han podido sacar adelante porque la crisis económica ha vaciado las arcas públicas. Eso ocurre con Caja Madrid, las otras cajas y todas las entidades bancarias, pero la fuerza de Caja Madrid es indiscutible.

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