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Pedro Sánchez

Pedro Sánchez / Zipi / Efe

Todo el mundo tiene puntos débiles, cadáveres en el armario, defectos que no conviene desvelar si aspira al puesto para el que ha quedado entre los últimos clasificados, si pretende una respuesta positiva a un compromiso sentimental… o si quiere ganar unas elecciones.

Pedro Sánchez encara los meses preelectorales con cadáveres que nunca ha ocultado pero que ahora, con escasa inteligencia política, expone casi con ostentación: una seguridad en sí mismo tan aplastante que provoca rechazo, exhibición de su belleza hasta resultar empalagosa, y con la prepotencia habitual tan exagerada en los últimos tiempos que se ha convertido en un candidato con el que es difícil sentir cercanía, simpatía. Si a eso se suma que sus últimas iniciativas no han sido especialmente brillantes se comprende no solo la angustia con la que dirigentes regionales y municipales socialistas aguardan el 28-M sino también que miembros con larga trayectoria en el PSOE –que no en el sanchismo– comentan abiertamente que es imprescindible el relevo de Sánchez en el partido, dando por hecho que va a perder el Gobierno.También abiertamente mencionan nombres aceptables de la nueva generación como Eduardo Madina, dicen que Emiliano García Page no sería mal candidato para relanzar el PSOE antes de que desaparezca y rechazan tajantemente un nombre que hasta hace poco estaba en las quinielas, Nadia Calviño. No solo porque no es militantes del PSOE –eso se arregla– sino porque es colaboradora indispensable de Sánchez para algunas de las decisiones más controvertidas del gobierno; entre otras cosas ha sido incapaz de convencer a Sánchez de que la mayoría de las exigencias sociales de Podemos eran de imposible cumplimiento sin llevar a pequeñas y medianas empresas a la ruina. Por no mencionar que Calviño sabe muy bien que los empresarios no son el enemigo a batir, ente otras razones porque son los que crean más empleo después de las administraciones.

Iglesias quiere acabar con Sánchez

Los sondeos, que hasta antes de Navidad daban alguna oportunidad a Sánchez de mantenerse en Moncloa aunque todos ellos daban ganadores al PP, en las últimas semanas no solo siguen dando ganador al PP con clara ventaja sino que dan por más que probable que Feijóo pueda convertirse en presidente. Sánchez no superaría los 100 escaños mientras que Feijóo se aproxima a los 150, pero el problema para Sánchez es también la división que se vive en su izquierda, que hará perder varios escaños a Podemos.

Solo salvaría a esta formación contar en sus filas con Yolanda Díaz, y aún así no es seguro que Sánchez pudiera alcanzar los deseados 176 votos necesarios para la investidura. Como indican los sondeos, el resto de los socios de Sánchez tendrían más o menos la misma presencia en el Congreso que tienen ahora. De la llamada España vacía solo sobrevivirían los partidos provinciales que han surgido en Soria y Teruel y el partido leonés. Tendría difícil la supervivencia el partido cántabro de Miguel Ángel Revilla, a pesar de la popularidad de su líder y promotor. Y Vox, gran incógnita, en principio se mantiene. A ver cómo acaba la aventura de proponer a Tamames candidato en la moción de censura…

En este escenario tan inestable, tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo están obligados a moverse con mucho tiento, y mientras Feijóo hace esfuerzos por no caer en la imprudencia, aunque no todas las decisiones sobre las candidaturas de mayo han caído bien, el presidente de Gobierno sin embargo no pierde oportunidad de meterse en todos los charcos.

Algunos, como el viaje a Marruecos, no es seguro que tengan efectos electorales más allá de los sectores que estén al tanto de las consecuencias políticas y económicas de una visita absolutamente fallida. Visita que Mohamed VI puede vender como un gran triunfo porque Sánchez, además de ser humillado, ha “tragado” con todo lo que exigía Marruecos sin recibir a cambio ninguna compensación con una mínima entidad. Ni siquiera los medios afines a Pedro Sánchez han asumido los mensajes que ha vendido Moncloa sobre los supuestamente importantes resultados de ese viaje. Y eso que estas semanas tienen buen cuidado en cuidar al presidente, porque precisamente ahora Ferraz y Moncloa están ultimando las inserciones publicitarias de las campañas institucionales y electorales. Para muchos medios, tanto escritos como audiovisuales y digitales, la supervivencia depende de estas campañas, así que muchos de ellos se esmeran en no disgustar a los partidos políticos, sobre todo al partido que gobierna.Podemos es mucho más que una china en el zapato de Pedro Sánchez. Depende del resultado de este partido en las elecciones para mantenerse en el poder y, al mismo tiempo, Podemos no pierde oportunidad para dañar la imagen del presidente.

Montero quiere ser la candidata de Podemos a Moncloa. Es el principal problema para llegar a acuerdos con Yolanda Díaz, que mantiene relaciones difíciles con ella y con Pablo Iglesias. Este último, además, no disimula su profunda animadversión actual por Pedro Sánchez, aunque todo el mundo asume que si hubiera posibilidad de formar una nueva coalición PSOE-Podemos, Iglesias y Montero se apuntarían encantados. Pero las tensiones dentro del gobierno, y entre los dos partidos, hacen muy complicado hablar de futuro.

Irene Montero hace un daño inconmensurable a Sánchez, y no solo no le importa sino que presume de su posición. No piensa apartarse ni un milímetro de lo que propone el texto que salió de su Ministerio para definir la ley del solo sí es sí, e incluso ha organizado un encuentro feminista internacional para finales de este mes para dar más fuelle a esa ley y a su Ministerio. Todo ello en medio del goteo de condenados por violación que salen todos los días a la calle o ven reducidos su condena. Montero, en una actitud que solivianta a sus detractores, tira además del dinero público para campañas de dudoso gusto que inciden en su posición respecto a la igualdad, y también para financiar actividades de apoyo al tipo de feminismo que defienden la ministra y su gabinete.

En generales no se vota igual que en mayo

Al frente que le presenta Podemos, se suman varios factores más que inciden en la preocupación socialista. En mayo el PSOE puede salvar la cara, porque en municipales y autonómicas con frecuencia se vota más a personas que a siglas, y hay miembros con fuerza suficiente como para que sus votantes les sigan apoyando a pesar del rechazo a Sánchez. Es el caso de García Page, por ejemplo, que podría “sobrevivir” en Castilla-La Mancha, aunque lo tienen más difícil otros presidentes regionales socialistas. Sin embargo es difícil hacer predicciones seguras porque en política una mala decisión puede hacer perder unas elecciones que se daban por ganadas.

A Sánchez, cualquier noticia relacionada con Puigdemont le envenena la campaña. Es la razón de que los socialistas intentarán que la extradición a España no sea antes de las elecciones de mayo, y si es posible tampoco antes de las generales. También le perjudica cualquier noticia relacionada con la desaparición del delito de sedición y la reducción de penas por el delito de malversación. Cada corrupto que salga a la calle será un tiro electoral para Pedro Sánchez.

La economía es factor clave, de ahí los esfuerzos del Gobierno para poner el acento en las notas positivas. Pero la realidad es dura, y los datos de empleo de enero ya anuncian que vienen tiempos complicados, aunque enero siempre ha sido un mal mes porque se acaban los contratos temporales de Navidad.Hoy millones de pensionistas han leído con euforia la carta que les ha enviado Escrivá en la que se les anuncia el incremento de sus pensiones. A ver qué ocurre cuando vean la carga fiscal que se les aplicará; como a ver qué cara ponen cuando adviertan que con la subida del salario mínimo , que según el gobierno afectará a ocho millones de españoles, habrá pymes que no lo puedan aplicar porque las aboca directamente al cierre y tratarán de llegar a acuerdos con los empleados. Incluidos despidos para parte de ellos para salvar a la otra parte.

Ocurrirá también con prestaciones sociales muy publicitadas. Es difícil que afecten a la décima parte de las personas que según el gobierno iban a afectar. La letra pequeña con las condiciones para recibirlas, más la burocracia, impiden que llegue a quienes las esperaban para salir del hoyo.La política española es un escenario en el que los principales actores no saben cómo actuar para salvar los muebles. Sus muebles.

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