España

El pacto de Zurbano

  • La primera toma de contacto entre Gobierno y oposición fue mucho mejor de lo que parece y ambas partes deberán sincronizar la estrategia de sus expertos económicos con la de los dirigentes políticos

El pacto de Estado para paliar la crisis lo dan ya por imposible tanto el Gobierno como la oposición. El objetivo ahora es llevar a buen puerto el que podría llamarse pacto de Zurbano, porque es en el bello palacete Muguiro, situado en la calle Zurbano, donde se celebran las reuniones. Palacete en el que nació la reina Fabiola de los belgas, y que el Ministerio de Fomento acondicionó hace años para alquilar y celebrar eventos, presentaciones y recepciones.

Personas allegadas al presidente del Gobierno le sugirieron que en lugar de reuniones bilaterales con la oposición se convocara a toda en bloque en torno a una misma mesa, para tratar de llegar a algún tipo de acuerdo contra la crisis. Zapatero recogió el guante y decidió crear una comisión negociadora con la vicepresidenta económica y los ministros de Industria y de Fomento. Blanco ofreció la sede, con muchas ventajas: las reuniones no perturbarían el trabajo de nadie porque en el palacete no existe más actividad que la contratada, y además dispone de varias salas, lo que permite encuentros bilaterales y reuniones de las distintas delegaciones.

El Gobierno está satisfecho de la primera reunión y tampoco se advierte malestar en los distintos partidos, tras la protesta por la forma en que recibieron el documento de Moncloa el pasado miércoles: tarde y sin recoger ninguna propuesta sino un índice de las cuestiones que según el gobierno tendrían que centrar el trabajo.

El PP se mostró inamovible en una cuestión importante, la subida del IVA, y encontró el apoyo de Duran Lleida, que advirtió que CiU no aceptaría esa subida en determinados sectores que necesitan ayuda para superar la crisis. La vicepresidente Salgado afirmó que en las propuestas que va a presentar hoy intentará encontrar alguna solución para ese escollo, pero la sensación generalizada es que ahí va a ser muy difícil el acuerdo. También hay coincidencia en la apreciación de distintas personas consultadas sobre el ambiente de esa primera toma de contacto: mucho mejor de lo que se dio a entender en las ruedas de prensa posteriores.

Durante el fin de semana los representantes de los partidos han tratado de trasladar al papel sus propuestas concretas para llevarlas hoy, cuando se celebrará una nueva reunión general y se iniciarán las bilaterales, entre los miembros del Gobierno con los distintos partidos y los representantes de los partidos entre sí, a su conveniencia. Salgado, Sebastián y Blanco se mantendrán en contacto permanente como en los últimos días, en los que han tenido reuniones a diario, tanto en Fomento como en Hacienda y en la propia Moncloa. Existe una buena comunicación personal y política entre ellos, "buen rollo", como decía una de las personas que trabaja con el equipo de gobierno, y los tres están convencidos de que se pueden llegar a acuerdos en puntos concretos, ya que no se puede alcanzar el pacto de Estado pues las posiciones entre Gobierno y PP son diametralmente distintas. Uno de los miembros del Gobierno decía a sus compañeros: "No sé a qué llegaremos en estas reuniones, pero desde luego sin estas reuniones no llegaríamos a nada". Ese mismo ministro calificaba de "razonable" la postura que había visto en los miembros del PP Cristóbal Montoro y Álvaro Nadal, en la toma de contacto del pasado jueves.

La imagen de un Gobierno en el que algunas de las iniciativas más importantes no se han mantenido ni unas horas provoca reticencias a llegar acuerdos con quienes no parece que estén en condiciones de garantizar sus propuestas. En el Ejecutivo se reconocen preocupados por las diferencias de criterio de distintos ministros e incluso de las vicepresidentas, y el último ejemplo, sonado ejemplo, ha sido el anuncio de Economía de revisar los salarios de los funcionarios, que luego retiró ante la intervención de la vicepresidenta De la Vega.

Esos ministros sin embargo ponen el acento en que la disparidad de criterios no está en los ministros, sino entre el equipo técnico del Ministerio de Economía y el equipo político. Los técnicos -explican los políticos- analizan la situación y presentan sus propuestas, pero deberían tener en cuenta las estrategias del Gobierno así como mostrar más sensibilidad social y territorial.

Ahí va a estar el problema: porque al igual que ocurre en el Gobierno, los miembros de los partidos que se sientan en torno a la mesa del Palacio Zurbano tendrán que buscar los puntos de concordancia entre sus expertos económicos y la estrategia que conviene a sus dirigentes políticos. Y además, deben medir muy bien qué asuntos conviene pactar y ante qué asuntos no pueden ceder ni un milímetro, no vayan a ahuyentar a sus votantes.

¿Habrá acuerdo? Esa es la pregunta del millón.

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