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Un magistrado con sentido del humor y dialogante

El nuevo presidente del Consejo General del Poder Judicial nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1959, fiscal desde 1985, ha presidido en los últimos cuatro años la Sala de lo Penal del Supremo, la que ha instruido y juzgará a los responsables del 1-O.

Considerado conservador, se le reconoce su prestigio, su capacidad de diálogo y su moderación. Características determinantes para que el Gobierno aceptara que el candidato preferido por el PP presida el CGPJ. Ese perfil se valora para iniciar una etapa menos presidencialista que la anterior, algo que coincide con el cambio legal que se tramita en las Cortes y todos los partidos apoyan para devolver competencias al pleno del CGPJ.

Compañeros suyos del Supremo inciden en su trato cercano y en su particular sentido del humor. Elogian en especial el control que ha llevado de todos los asuntos que pasaban por esa Sala de lo Penal. Y es que durante su mandato, según algunos jueces consultados por Efe, ha celebrado “muchísimos plenos”, más que con su antecesor, Juan Saavedra, para unificar los criterios de los magistrados con una base jurídica sólida.

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