las claves

La huida hacia delante de Artur Mas

  • Desconectado. El ex 'president' interpreta mejor que Puigdemont el papel de víctima del España, pero está acorralado por el 9-N, por la corrupción en CDC y por su irrelevancia política

Accedió a la exigencia de la CUP de retirar su candidatura a la presidencia de la Generalitat; su delfín, Puigdemont, está resultando un político mediocre que desespera a casi toda Cataluña, incluidos los independentistas; éste anunció que no volverá a ser candidato a la Generalitat y parece que la negativa se debe a su incomodidad porque no sabe o no puede gobernar como le gustaría; la corrupción estrecha el cerco contra él... pero Artur Mas saca pecho e interpreta mejor aún que Puigdemont el papel de víctima del Estado español.

Está al borde de ser inhabilitado para ejercer un cargo público y, aun así, advierte que no descarta la idea de ser el próximo candidato del partido en el que se ha convertido Convergència, PDeCAT, que cambiado de nombre entre otras razones porque CDC tiene sus sedes embargadas por los jueces que investigan su financiación, la imagen desprestigiada por la corrupción de sus más altos dirigentes, y por encontrarse a expensas de lo que decida un partido minoritario como la CUP y una ERC que para desgracia de Mas está en la mejor situación para ganar las próximas elecciones y llevar a Oriol Junqueras a la Presidencia del Govern.

EL FERVOR DEL CONVERSO

Cuanto peor va el PDeCAT, que la semana próxima afrontará una peripecia judicial muy dura, el caso Palau, en el que saldrán ya los tejemanejes de la financiación de Convergència con la ayuda inestimable de Pujol y Mas -"la próxima semana será más divertida", ha dicho el segundo de a bordo del Palau, Montull-, más prepotente se ve al ex president, crecido por el apoyo de los miles de personas que lo "acompañaron" en su comparecencia ante el juez. Miles de personas que en su mayor parte acudieron tras el llamamiento de participación a los funcionarios de la Generalitat. Muchos de los que acudieron a la sede del juzgado reconocían en privado que temían posibles sanciones si no se sumaban a la manifestación.

Ha contado El Confidencial que Puigdemont, en un encuentro con dirigentes de Google, Nissan, Visa y Endesa, les trasladó su convicción de que ni se celebraría el referéndum, ni Cataluña iba a lograr su independencia, porque todas las circunstancias judiciales y políticas se les ponían en contra y además no contaban con el suficiente apoyo social. El president no ha tenido más remedio que confirmar esa reunión pero niega que fuera en esos términos. No engaña a nadie. En primer lugar, por lo que cuentan los participantes en la cita; segundo, porque Puigdemont hace tiempo que confiesa, en privado, que se da por satisfecho con el cumplimiento de su compromiso: convocar una consulta y llevar al Parlament el decreto unilateral de desconexión. Lo que ocurra después ya no es de su incumbencia porque no tiene la menor intención de seguir en el Govern.

Lo que sí quieren Mas y Puigdemont, aparte de dejar fuera de juego a un Junqueras con el que se sienten decepcionados porque no lo ven activo en la carrera a la independencia -en privado dicen que está muy influido por Sáenz de Santamaría-, es mantener muy alto su perfil de dirigentes que realizan una labor extraordinaria y efectiva en favor de la secesión. En el caso de Mas, cuenta un ex colaborador, le puede el fervor de los conversos, ya que nunca fue independentista; además, intenta que con su cruzada pase a segundo plano su historial de corrupción, sobre el que ya empiezan a aparecer pruebas concluyentes, como ocurre con la familia Pujol.

EL FRACASO INTERNACIONal

Ante el panorama gris para su partido, para el proceso independentista y para su propia trayectoria, Mas ha conseguido que su protegido considere prioritario lo que llaman "internacionalización del conflicto". Han incrementado el número de embajadas en el exterior y Puigdemont incluyó en su Gobierno a un consejero de Relaciones Exteriores, Raúl Romeva.

A pesar del alto presupuesto dedicado a la acción exterior, Romeva no se ha apuntado grandes éxitos, pues igual que con Mas cuando era president, tampoco Puigdemont ha sido recibido por ningún presidente o ministro de un Gobierno extranjero o una alguna autoridad de la UE. Es verdad que el Ejecutivo español ha bloqueado los intentos de la Generalitat de que se abrieran las puertas de los despachos más influyentes en el escenario internacional, bien a través de gestiones del presidente y de sus ministros, bien a través de las embajadas, que además han abierto cauces de comunicación con los periodistas más influyentes para que conocieran el lado oscuro del proyecto independentista, incluida su ilegalidad.

Esa acción la han tratado de sortear desde el Govern con la contratación de los servicios de agencias de comunicación y lobbies que cobran fuertes cantidades por sus gestiones, y que en el caso de Cataluña se han volcado en organizaciones privadas para conseguir que Puigdemont, así como Mas -que necesita presencia internacional-, participen en seminarios y mesas redondas a los que asisten personas de otros países, en algún caso de cierto renombre internacional.

Ha sucedido estos días con los seminarios a los que asisten en Harvard y Oxford, universidades de indudable prestigio cuyo sólo nombre ya da a entender que se codean con políticos e intelectuales conocidos. En ocasiones, el afán por ser recibidos a cualquier precio provoca situaciones incómodas, como ocurrió cuando dos altos cargos de la Generalitat fueron recibidos en Washington por miembros de la Comisión de Exteriores del Congreso y ERC puso el grito en el cielo cuando supo que la gestión se había realizado a través del lobby anticastrista en EEUU.

El Gobierno español hace un seguimiento constante de los pasos de Romeva, un informe en el que se advierte cierta perversidad al recoger el fracaso de algunas gestiones, la mínima relevancia de los interlocutores e incluso el número de asistentes a conferencias o reuniones con los catalanes cuando ese número es ínfimo, ridículo, como los 17 asistentes a una conferencia invitado por un prestigioso think tank francés... o que el PDeCAT había anunciado la presencia de 20 observadores internacionales para acudir a la manifestación que acompañó a Mas a la sede del juzgado en el que declaró el mes pasado, y sólo aparecieron un académico francés, un periodista de un medio digital residente en España y dos miembros del partido secesionista quebequés.

Así y todo, los promotores del procés desde la Generalitat no cejan en su empeño internacional: precisamente estos días se encuentra en Bruselas el autodenominado "embajador de Cataluña ante Austria, Polonia y Hungría", realizando gestiones para entrevistarse con eurodiputados de esos tres países y abrir cauces comerciales con Cataluña. La presencia del embajador y sus intenciones fueron inmediatamente detectadas por los eurodiputados españoles de los grupos constitucionalistas, que se pusieron a la tarea de informar a los eurodiputados polacos, austriacos y húngaros sobre el independentismo catalán, la ilegalidad de sus iniciativas y el funcionamiento de la política comercial en España a través del Ministerio correspondiente.

Artur Mas necesita presencia porque no asume que al perder la Presidencia de la Generalitat, pierde el primer plano. Por eso insiste en que será candidato a la Generalitat, como dando por hecho que el Tribunal Constitucional no se atreverá a inhabilitarlo por su actuación en el 9-N... o que no acatará las decisiones del Alto Tribunal.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios